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Mostrando las entradas de agosto, 2010
Despertar, conociendo la lejanía de tu cuerpo, mas tu silueta, se dibuja en este lugar de cuerpos cansados, entre rayos de luz y borrosas visiones, es tu sonrisa la que se esfuma. El frio, acerca de a poco la realidad al cuerpo, a la mente, que, embriagada de sueños, me muestra todo aquello de lo que carezco. Despertar deseando que los ojos obscurezcan, que el sueño proclame su victoria, y me lleve. Nada más que espacios en blanco, veloz es el tiempo, tanto que no se reconocen los colores, en la tristeza de ese paso veloz y cruel, caigo en las manos del sueño, el que todo trae y detiene. En él, despierto, en el, muero, en él, no hay fuego que consuma mi cuerpo, en los suburbios de la mente, busco ocultarme. Sin éxito, soy descubierto y despedazado por los sabuesos de la realidad. Otro despertar, esperando las señales de que aquí me encuentro. A punto de ahogarme en mis manos, recuerdo voces nocturnas, sonrío, y cierro mis ojos.
Que lo imposible conserve el resto de tu infame pasar, que lo inalcanzable te de la valentía que necesitas, que el idiota escupido por un vientre de maldad no te desanime, que tu vida sea el mejor final para un descanso eterno, detrás de ti, nada, en el horizonte, llamas, enciérrate en tu mente, acurrúcate en tus miembros, llora si es necesarios, limpia la sangre que cae de tus ojos, de tus manos. Mírame, y veras la necesidad. Escúchame una vez, y quizá descifres la verdad.