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Mostrando las entradas de julio, 2012

Pequeña historia

Fue, hoy, cuando mi cabeza se ahogo en estos pensamientos, fue hoy cuando todo desbordo allí dentro, fue hoy cuando en una simple caminata, una de las tantas imágenes que nos azotan día a día, colmó ese vaso. Si, fue hoy, pero desde hace ya mucho tiempo, que estos ojos cansados de ver, alojan todo aquello en mi cabeza, en mi mente. Simplemente una fracción de segundo, no lo sé, nunca se es exacto cuando uno trata de medir el tiempo. Es todo tan relativo, en situaciones incomodas, poco tiempo es una eternidad, y viceversa. No tratare de medir el tiempo, solo diré, que fue ese momento, ese instante. Todo estalló. De pronto aparecen ante mi estas caras de disgusto, expresiones mezclas de odio y violencia, caras desganadas, marcadas por tan agotador trayecto, aquí, en la vida. Una escena que lleva comprender nuestra incompletitud, nuestra intolerancia, nuestra arrogancia, y por sobre todo, nuestra finitud como seres. Lo poco que somos, ante las grandes inmensidades com
Uno cree estar solo, cuando en realidad, se está rodeado de, personas que han desarrollado alguna clase de afecto hacia uno, con la sola lectura de ciertos escritos, algunos de ellos quizá podrían decirse, amigos, aun, sin habernos visto jamás en esta vida. Estas personas, que físicamente no están aquí, y quizá, algunas de ellas ni siquiera, existan ya, y ahora ocupen un lugar, allí, donde las almas se reúnen. El que escribe, a esto, nunca lo sabrá. El que escribe, desea la muerte, pero negocia con su vida para poder escribir un poema más, leer un poco más, llegar a otra mente una vez más. Escribiendo, leyendo, nunca se está solo, así, nunca lo estoy, en esta fría, obscura y solitaria habitación. Solo he quedado yo, más escucho, al pasar, que si he de morir hoy, habrá suficientes brazos para alzar mí lecho marrón, suficientes invisibles amigos, que me llevaran a mi casa, allí, en donde no estaré solo.
Ilusos los que creen en que los amaneceres consigo traen luz y frescos comienzos. Ilusos, el tiempo no cura ni calma las heridas, no borra los recuerdos, las heridas, cicatrizan, y allí perduran, y nos hacen recordar. Amaneceres, continuaciones, sin comienzo, pero habrá un final. Buscando absolución, en plegarias nocturnas, en agradecimientos diurnos, vives pidiendo perdón. Esperar, esperar, el tiempo no está de tu lado, solo la noche, la noche, y ese agujero a donde escapas. Escóndete allí, deja que el dolor de tu herida sea menor. Deja que las estrellas y una roja luna te cieguen y te eleven, abandona tu cuerpo un momento. Tira por allí los recuerdos, tira por allí, los afectos. Escóndete allí, en tu mente, olvídate del amanecer, abrázate a la noche y déjate llevar. Solo corre, corre y no mires atrás cuando los soldados del alba, regresen para destrozarte
Levanta su cuerpo, su alma aun tendida en aquellas, no tan lejanas vidas. Refleja el sol en sus ojos, bañado su cuerpo, imagen, que ha de distraer aun, hasta la misma muerte. Belleza, jamás el cielo ha cubierto, tanta belleza, las estrellas se apagan ante ella, la luna la acaricia, realzando sus rasgos. Los seres caen a sus pies, ceden a sus caprichos, los ríos corren hacia ella, aun cuando su cometido es tomarla en su seno. Ella jamás cree lo que ve. No tendrá el final, de aquella historia que escuchaba. Aun así, llora, cuando el sol se apaga, cuando la luna se oculta tras las nubes, llora, busca aun lo que no llega, pide por lo que no existe, quizá, para ella. Y llora, y llora, no se ahoga, no irá mas allá de lo que desea, no disfruta de esta frágil vida, siempre espera, abre paso a la madre tierra, regala su belleza a su madre, y en el mas árido de los páramos, asoma una hermosa flor,
Frio, aun cuando caes, velozmente, dentro de las fauces del infierno. El real, el inventado, no importa aquí, es tu infierno, diferente del resto, el que mereces. Los perros que devoran cada una de tus extremidades no tienen piedad, destrozado, flotando en un rio de putrefactos cuerpos, sientes como tus heridas sanan, las extremidades reencarnan en serpientes. Ya no te ahogas, sufres por el flagelo de esas serpientes, que ahora, son parte de ti, atacan tu torso, arrancan tus ojos, ciego, ya, y un rio de sangre y fuego que no termina. Gritos, que de nada sirven, dolor que es el placer de otros, alma que se retuerce en un rincón, agua que no refresca, que no sacia esa profunda sed, cielo de fuego, tierra incandescente vueles o te arrastres, encontraras el dolor. Recuerda, tiempos no tan lejanos, vuelve por instantes a la cordura, trae de cada viaje una imagen, arma tu vida, de a trozos, y di ahora, si has