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Mostrando las entradas de agosto, 2012
Lo importante, ya no interesa, no es vital, es perecedero, es…, ha transmutado en dolor. De qué sirve sentarse en este imperfecto presente, de qué sirve, si se vive en un silencioso pasado, imágenes mudas, atrapado, por siempre detrás de mis pasos. De que vale revisar el horizonte, si lo que importaba ha cambiado. Si las palabras se ahogan en el viento, si mi mirada no puede posarse en ti. Dejo que caiga en la tierra que me sostiene, guardo mis palabras, en hojas de papel. Que algún día, levantarse mi cuerpo deberá, que quizá alguien venga de aquel horizonte que he dejado de adorar, que recorra este sitio y recojan de algún libro olvidado, estas hojas manchadas de palabras, las que murieron en mi boca, las que eran para ti.
La belleza de la muerte, el sabor amargo de permanecer junto a un trozo brillante de madera. Ahogo, sin perecer. Gritos sin nadie quien los oiga. Gritos ahogados en la nada. El dolor de tu garganta, con tus manos presionas y presionas, arrancas pedazos de tu carne. Furia, ya no hay descanso. Paredes sangrando. Tu piel ya es parte del cuarto. Carne latiendo, piel abierta, no sientes dolor. Dame lugar en tu viaje, contigo quiero irme, mi castigo fue nacer. Libérame en tu piel.
Seguir al rebaño, cuellos quebrados, mirando siempre hacia abajo, ojos maravillados por un suelo cubierto de sangre. No mirar hacia arriba, el cielo no nos desea, olvida tus pares, te aborrecen, y te guían hacia aquel matadero. Solo ve tu mundo, ese suelo ahogado en sangre, y más abajo aun, allí donde arden las llamas del infierno. Caminando lentamente, en fila, hacia el descenso, hacia el desmembramiento de los cuerpos, del alma, imagino incontables brazos, lanzas y dagas, en perfecta precisión atacando cada parte de este perecedero cuerpo, despedazándolo. Partes, serán devoradas por Cerbero, el guardián de la entrada, alimentado debe ser, el cuerpo, el alma, todo, todo, regado por ardientes rocas o chorreando en las fauces de la bestia. Alfombras con restos de viejos y nuevos cuerpos, aun en el más horrendo de los finales, cuando se supone el descanso eterno, aun, no ha de llegar, eternamente aplastados,
Aplastan cabezas, gritos victoriosos, golpeando sus pechos, cual tambores de guerra, movimientos de la tierra alertan su inminente llegada, tarde para huir, tarde para ocultarse, para cambiar. Sentado, aquí en la orilla de mi lago, remojo mis pies, una última vez, siempre hay una última vez para todo, nunca es preciso el momento en que sucederá. La primera vez, ha desaparecido, o nunca existió. Antes de ser llevado, aplastado, he de probar las simples cosas, he de rezar, pues mi alma será sentenciada por los barbaros que cabalgan hacia aquí. Ojos estallando en mil pedazos, ya nada queda por ver, solo el venir de una increíble agonía, bajo fuertes brazos y látigos de fuego, recibiremos el castigo. Los hemos invocado, es nuestra culpa, disfrutan el limpiar la tierra. Mientras tanto, los bosques caen en cenizas, eso, tan solo sucede a sus pasos, llamas que saltan tratando de alcanzar el cielo, ese, que creemos merecer.