Heridas en la tierra, cicatrices eternas, ocultas bajo malezas, bajo verde y cuidado césped, quizá, solo a merced del viento. Puertas rechinando al abrirse de par en par, entradas o salidas, es igual. Ignorando y maldiciendo tu estadía, así pasabas los días, la existencia que tanto hiere, el saber del ser que te llevo al desprecio a la parte obscura de la vida. Recorriendo rincones olvidados, nublaste tu pensamiento, escondiéndote del sol, el ermitaño más extraño, rodeado de personas vas, no las ves, no las sientes, y derramas sangre por quien ya se fue. Ahora, el sol es quien ha decidido ignorarte, la vida solo te da la espalda, la tierra se abre para ti, una cicatriz más, para ti. Solo para ti. De un momento a otro, solo serás alimento de gusanos, mientras tanto, aun rechinan puertas, fuego o paz, vagar eternamente, deliberando por tu alma están. Que hacer contigo, que hacer, quizá, el mejor c