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Mostrando las entradas de agosto, 2013
Figuras, que no son más que borrosas líneas, figuras, no entiende el ser, si fantasmas son, o en verdad son de carne y dolor. Borrosas marcas de una duda que nos embarcó. Inútil forzar la vista, inútil volver la mirada, marcas del pasado que duelen más, mucho más hoy. Caer rendido cuando la vida es hostil, cabeza que golpea el piso, mirada que se encuentra con la última lagrima que derramé, otra marca que asoma, el mismo dolor de ayer. Caer en brazos que transmiten paz, dedos que corrigen las marcas de aquella pena, manos que borran por momentos el agotamiento de tanto andar. Todo aquello es tan lejano, nada más que tierra bajo mis pies, es solo caer, y sentir el verdadero dolor, es esa la realidad de hoy. Este frio comportamiento, que me lleve a un blanco lugar, forzada respiración pesado caminar, parpados que pesan, demasiado quizá, dormir, solo eso, despojarme de mis ropas, despojarme de mi pensar, arr
Vigila, olvido completo del descanso, extrañas horas a través de mi. Se parece esta vigila al final? Es este el primer sabor de la muerte? Animales imperfectos, temerosos por bajar nuestros parpados, imperfectos, no sabemos cuando llegara, no entendemos las señales, ni los deja vu impregnados en nuestras mentes. Aceptación, allí me encuentro, despierto he de soñar, deseo ver tu rostro, verte, preguntar, eres tu quien no me deja descansar? Eres tú, oh, Santa Muerte, o esperas que muera para verte? Y así, evitar mi última palabra, tapando mi boca con tus putrefactas manos. Guardare el secreto, tú me llevas, pero sé que es el pasado quien me ha despojado, sumergido en la obscuridad de la espera, mi tiempo se ha obscurecido también, mi alma se ha desangrado, mis huesos han abandonado esta piel. Aquí me encuentras, preguntando, nuevamente esperando, tu beso, tu mano, mi partida, mi verdad.
Paseo matinal,   tímido sol, no alcanza a calentar los cuerpos, el frio del invierno es más fuerte hoy, ocultando sus caras caminan en calles atestadas de viento y desperdicios. Pequeñas dagas que se clavan en tu estomago cuando ves en un destello toda tu vida frente a tus ojos, oh, dolor, cuán lejos la niñez, aunque aborreces ese tiempo, sin embargo, añoras sus olores, los sabores, sus días al sol. Tras los vidrios, caras enrojecidas, caras que entienden cual es su lugar, caras que piden por favor, caras que mueren, que agonizan, todas ellas pueden ser una misma, y cada instante, cada cambio, cada mueca, toda una vida. Allí, tras los manchados vidrios, allí, esperas, sentado, ves pasar a los vivos, sabes que ya has muerto, sabes que tu lugar, alguno de ellos lo ocupara.
En la maraña de recuerdos que viven y crecen en tu cabeza, solo uno ataca directo a tu corazón, tu alma, te coge por el cuello y te quita la respiración. El pasado es mortal para ti, miles de pequeñas dagas clavándose en tu cuerpo, arrancándote de tu paz, para llevarte al sufrimiento del alma, para mostrarte que eres nada, que tu días están llegando a su fin. Mostrarte en pequeñas imágenes, creadas por el dolor de regresar, lo que has perdido en el camino, lo que has buscado mientras escapabas, todo aquello que deseas acercar a tu cuerpo, y jamás,   sentirás su calor, solo porque tu tiempo ya es otro, ya es ajeno. Tiempo, hermoso, horrible, solo para tener una mesura de la vida, si crees que este cielo es salvación, si crees que esta es tu tierra, tu ultimo hogar, no sabría que decirte. Solo que mereces la mejor de las muertes tu ingenuidad solo hace que quiera llorar.