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Mostrando las entradas de enero, 2015

Razones

Culmina la inmensidad de tu destino, la inmortalidad, dura poco tiempo, ciego, sin embargo los ojos se dibujan endemoniadamente abiertos. Golpes en la puerta trasera, corriendo, sin que importe, hacia ella te diriges, afuera, la tormenta espera, y con ella, animales que babean la tierra cuando olfatean tu carne. “Soy tu odio, tu malicia, tu desprecio”, es el viento recitando, colándose en tus oídos y dibujando esas palabras. Es tu miedo, el que mueve los cimientos de tu existencia, donde está tu desprecio ahora? La inmortalidad es para los muertos, y solo algunos, el resto, solo huesos, polvo, y quizá, quizá, rocas con su nombre. Por siempre vivir en recuerdos, gritas, no para ti, no para ti. El último golpe, el de una puerta cerrándose. El dolor que te recordaba estar vivo, es el mismo que te lleva y te entrega a los animales. No más recuerdos. La tormenta lavara los restos. E.

Creer o no

Creer, y permanecer encadenado, no creer, y jamás entender la fábula del más allá, caer en tus brazos, ¿algo más real que la carne?, de todas maneras, elijo olvidar. Existencia o profunda obscuridad, crees en esa luz que vendrá a salvarte. ¿Que harás si nada ilumina el camino? ¿Perecer o continuar? Transformas tu vida en una carretera, en ella, solo eres una víctima más, ojos ajenos, extraños, pueden verte, cegada estas, frente a sus intenciones. ¿Algún lugar donde esconderse, otro lugar que no sean tus traidores brazos? ¿Dónde calentar mi carne?, eres ya, menos que la brisa de un fantasma, no importa si estas a mi lado, sé que has partido. No es tiempo de ser juzgado, no lo creo así, he cruzado la línea, se me ha regalado esto, jamás he rogado por esto. Tan solo he pedido dormir. En medio de una tormenta de gritos, lacerado por el sol, el sol de esta mañana de verano, me encuentra buscando lo que he soñ

Reir

La vida es graciosa, también lo eres tú. Graciosa, a su manera, un poco cruel, un tanto injusta en ocasiones, y si, también lo eres tú. Los desperdicios, esos huesos que tú dejas allí, para que el sol el viento los consuman los vuelvan a la tierra allí donde pertenecen. En cestos los restos del amor en cloacas los besos que te habías guardado. Bajo la lluvia, la lluvia que apaciguaba ese calor es ahora la que limpia los besos, los roces de aquellos labios. Cierras de un golpe tu libro y te vas, lejos, nadie, excepto tu sabe dónde, el próximo paso, quizá, ya fue dado, como el animal que duerme en la puerta, el que eliges ignorar, allí, descanso, en el medio de las vidas acobijado por efímeros recuerdos. La vida es graciosa, si, también lo eres tú.