Aprendiendo Y yo, yo, culpable, odioso yo, día tras día, el olvido es mío, cada día, sincronizado, el ábaco infernal corriendo sus cuentas, el olvido, es mío, y siempre, siempre, mi maldito ser, yo, olvidando tu caramelo, un algo dulce, para que el amargo sabor de andar por aquí, sea atenuado por algún tiempo. Alegre, sin embargo, andabas, alegre, también, dormías, y en el medio de eso, alegre, siempre alegre, estoy seguro que con esa alegría has trotado hacia el sol. Rompiste los cristales de mis ojos, y estos se llenan de agua salada, y entre la transpiración, siento que dentro mío todo está apagado, muerto, y aún peor. No me sirve decir adiós, no me sirve cubrirte por el frio, no me sirve, pues se, que no veré verdadera alegría nunca más. Una noche iluminada ojalá sea tu guía, tu camino será impoluto sendero, seguramente lo es, y se que alegre correrás por él. Tu blanca carita, húmedo tu pelaje,
Poesias, prosas, relatos, canciones, pero de las otras.