020717
Despierto, mirando fijo a ninguna parte, ¡ojos quietos ya!, aún estoy
intentando acomodar mis pensamientos y junto con ellos, mi cuerpo, que tampoco
parece aceptar la idea de despertar y ser golpeado por el día que lo espera
afuera.
Tranquilo reloj, ya estoy poniéndome de pie, tranquila calle, ya tendrás
tiempo de sobra para absorberme, ten paciencia puerta, ya estaré acariciando tu
aromática madera y saldré a través de ti, para que la calle, la sociedad, me absorba
por completo.
Un despertar tantas veces repetido, todo un cuerpo en caos, que no se ha
enterado que aquí estamos, otra vez despiertos, otra vez desnudos fuera de los
sueños, vulnerables nuevamente, y no tan listos para soportar las horas que van
a golpearnos duramente, para luego depositarnos como a un borracho, en el escalón
de la puerta.
Odioso despertar, repetición, insoportable.
Esta sociedad endemoniada, caras fantasmales, demacradas, temerosos,
cansados, otros, totalmente irascibles, violentos, idiotas vertebrados, que
olvidan que aún pueden pensar por si mismos. Todos adictos a la ira, adictos a
la velocidad mortal de estos días tan extraños, que a veces parecen no terminar
jamás.
Maquinaria que se alimenta de sangre, la nuestra, mas no sin antes,
limpiar nuestras cabezas, vaciarnos.
Vereda de enfrente, ahí estoy (o creo que estoy), sin sentir pena, sin
sentir odio, soy nadie en este lugar que obliga a ser algo, a no pensar, solo
obedecer, solo caminar y empujar.
Quiero irme por el desagüe, quiero que la golpiza comience en este momento,
pues sabré que ese es el final de un día. Se que estaré en mi escalón, sé que estaré
lejos de aquí, sé que no tendré que mentir y que podre arrancar mi piel.
E.I.
poesiasoscuras.blogspot.com.ar
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