Negras manos,
quedan dibujados sus movimientos
al atravesar el espacio que nos separa.
Sangrientas manos,
esa no es su sangre,
esos no son sus llantos.
El sol se apaga,
la luna cae,
la obscuridad
y el difuso dibujo de tu forma,
ecos de tu respiración,
y brilla tu ojo,
se apaga y vuelve a brillar.
Detrás del brillo
robas una vida,
robas otra más,
ecos de una extraña risa,
y el nauseabundo olor de tus manos.
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