Abril,
solo el nombre de un mes,
un nombre para un pedazo de tiempo,
un pedazo de efímero y no tan repetitivo
tiempo,
pues no te repites,
pasas y te vas,
y allí en el camino quedan gotas de
sangre,
trozos de piel,
y algunos mares de lágrimas.
Abril,
a cuantos has inspirado,
y a cuantos les has abierto campos de
flores,
pues,
ya no me inspiras tanto,
y lo que abres es un infierno
pero obscuro, asfixiante,
y trágicamente devastador,
un espacio que quiebra mis huesos,
ahoga mis ojos,
y congela mi corazón,
mi alma, bueno,
escapa aterrorizada.
Abril,
me trajiste,
me tiraste en una tierra que no aprendí
a querer,
me buscas,
me laceras
y cobardemente desapareces,
jamás espero tu visita
más igual apareces,
y seguirás haciéndolo
hasta que tu daga de justo en mi cuello
y te llenes de mi sangre,
al menos te llevaras toda la angustia
y todo ese dolor del que me llenas
cada vez que apareces,
oh si Abril, aun me inspiras,
claro,
pero no lo que el poeta desea,
no,
logras que la locura y el odio
se hagan carne en mí.
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