Que estará fabulando tu diminuta masa gris, que crees tú, quien te crees que eres, y que creerán esos que vestidos con cadenas se alinean detrás de ti, aunque ninguno los maneja, las cadenas se ven sueltas, quizás, se dominen unos a otros, un momento cada quien, todos se arrastran con cuchillos en sus bocas, listos para apuñalar, las debilidades son las inocentes y aun sin ojos, espaldas ajenas, y las suyas también.
Que será te crees, que levantas tu mano
en asquerosa posición, no señales el patio que no te pertenece, mis perros te dejarán
sin cabeza, y seguirán con hambre, pues la tuya es hueca, igual que la de esos
insectos que se arrastran.
Me dices que buscas sangre, que como un
vampiro te sientes, de la risa, vomito, y por suerte en tus pies, eres como el
vampiro de mis cuentos, el temeroso vampiro de colmillos destrozados por las
caries y por andar confundiendo latas de tomate con sangre, un idiota completo.
El pobre vampiro no es temido ni por las inocentes palomas que se posan y
defecan sobre su hombro, un inútil en las artes negras, aun ni siquiera domina
su transformación, lo máximo que ha logrado es transformarse en un chanchito
con pequeñas alas de murciélago, con los mismos podridos colmillos y de tanto
peso no vuela, se cae.
Vampiro fallido, que debe comer
cucarachas pues es lo único que está a su altura.
¿Así que querías sangre?, aprende a
arrodillarte, lamer y buscar los insectos que recorren los pisos. Si con mis
pies te cruzas, cuidado, no me gustan los insectos, mucho menos los traidores.
Dale mis saludos a tus chanchitos y
cuidado con las alturas, los chanchos…no vuelan.
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