Levanta
su cuerpo,
su
alma aun tendida
en
aquellas, no tan lejanas
vidas.
Refleja
el sol
en
sus ojos,
bañado
su cuerpo,
imagen,
que
ha de distraer aun,
hasta
la misma muerte.
Belleza,
jamás
el cielo ha cubierto,
tanta
belleza,
las
estrellas se apagan
ante
ella,
la
luna la acaricia,
realzando
sus rasgos.
Los
seres caen a sus pies,
ceden
a sus caprichos,
los
ríos corren hacia ella,
aun
cuando su cometido
es
tomarla en su seno.
Ella
jamás cree lo que ve.
No
tendrá el final,
de
aquella historia que escuchaba.
Aun
así,
llora,
cuando
el sol se apaga,
cuando
la luna se oculta tras las nubes,
llora,
busca
aun lo que no llega,
pide
por lo que no existe,
quizá,
para ella.
Y
llora, y llora,
no
se ahoga,
no
irá mas allá de lo que desea,
no
disfruta de esta frágil vida,
siempre
espera,
abre
paso a la madre tierra,
regala
su belleza a su madre,
y
en el mas árido de los páramos,
asoma
una hermosa flor,
y
a su alrededor, verdes mantos,
y
un manso rio recorre los colores,
y
todos beben del agua más dulce.
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