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FRIO

FRIO

 

Sentía el frio peso en sus manos, no había nada familiar en lo que sostenía, pero bien sabía lo que era, conocía su forma, había sentido su peso antes, su corazón (su alma ¿?), se había helado, frio que perfora cualquier cosa que se interponga ante él.

Sentado allí, sus ojos, brillosos, sonrisa paranoica en su rostro, manos tiemblan, pero no sueltan el frio destino, y recordó esa vieja frase, o dicho, o lo que sea, que nunca jamás significo nada para él, “cuidado con lo que deseas, podrías obtenerlo”, o algo así.

 

Gritaba al cielo, gritaba a la tierra, sus puños daban contra las paredes, dejando manchas de su ira, pedazos de ella, sus manos tienen un discurso en esos sangrantes nudillos, golpeados, hasta el mismismo hueso.

 

Sus ojos, el no volver, el no desear, esas furiosas ganas que dan los deseos, seguro mañana desaparecerán, come esos ojos, cómelos, disfrútalos, pero jamás me saques de mi cueva, del obscuro hoyo en mi cabeza, es deseo, y mañana desaparecerá, de eso, seguro estoy.

Harás, lo que a tu alcance se encuentre para arrancarme de mi embriagador sueño, arrojas mis sabanas para que el frio de con su látigo certero, se doble mi espalda, se abran mis ojos, y sentir la pesadez y la asfixia de encontrarme nuevamente aquí. Llora, aquí el personaje llora.

 

La música busca sanarme, me acaricia, con ojos abiertos, puedo soñar.

 

(con que simplicidad escucho tu música, tomo mi tiempo para descifrar tu poesía, y vos, que casi dejas tu vida para dejarnos esto, que es un legado, no creo haber tomado la dimensión de lo complejo que fue para ti dar música y poesía en esa época, en ese trozo (no olvidado) de tiempo)

 

“Estaré allí en la mañana”

 

Y no es así. Esperare la noche, muchas veces en la obscuridad, se piensa mejor, se ve mejor.

Llega, y hace frio.

Frio en mis manos, la pesadez de la mañana, es sostenida por mis manos, el frio otra vez, tiemblo otra vez, escucho voces, ¿Qué es lo que dicen?, nada, soy yo, hablando al fantasma de mi habitación, el del silencio y la incomodidad, busco respuestas en mi cabeza, en sabiduría ajena, no, no hablaban de ti, sensación maldita que recorre mi cuerpo, invade mi mente y gobierna mis manos.

Mi voz, sola, ya es grito que molesta, el dolor del llanto en la garganta, el saber, que detrás de la puerta no habrá nada, el saber, es incómodo, doloroso, insoportable, pero…más insoportable es despertar, medio dormido, medio muerto, siempre medio vivo, ¿Dónde está mi otra mitad?

Me entrego a la noche, al sentimiento maldito y que el frio haga lo que quiera, mis manos, ya no son mías, los movimientos ajenos, la garganta adormecida.

La puerta se cierra, solo para ser abierta, apago las luces, solo para luego abrir esa misma puerta.


 

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