La
mitad que Camina
¿Recuerdas
algo de aquel día?
¿Has
sentido el frio
cuando
rozaba
sus largos
y eternos dedos
por tu
espalda?
Dime,
pues
desde la cuna a este tiempo
he
querido saber,
y no ha
de haber otra forma
de
enterrar esta ignorancia mía.
No
grites,
pues
las almas
desparramadas
sobre la mesa
aún no
saben,
que están
siendo apostadas,
no,
solo
susurra,
háblame,
quiebra mi cuerpo,
en
angustioso llanto,
lo
siento,
respira
mi cuerpo,
y es
molesto, indigno,
la
profundidad de tu pena
no
puedo entender,
pero
con solo oír tus palabras,
mi
cuerpo ha caído.
¿Recuerdas
morir?
¿lo recuerdas?
mis
venas estallan
prometiste
estar conmigo por siempre
has
abandonado a una débil alma
un débil
cuerpo,
solo
era fuerte bajo tu manto,
y ya,
no más,
mi
respiración entrecortada,
mis
lagrimas están ahogándome,
me
susurras, que viva,
que respire
y que busque libertad,
pero me
pesa esta carne,
mi
cárcel, mis pensamientos,
libre
eres tú,
no
puedo serlo aquí,
en este
mundo,
en
estas dimensiones,
en que
podre creer, si me has mentido,
por
amor, lo sé,
pero
nos han mentido,
éramos
inmortales e imperfectos,
no
había perdón, pues dañar no estaba en nuestras mentes,
ahora,
me ha tocado,
ahora,
he
cavado tu tumba,
y solo
tengo dolor,
y no
recuerdas como fue morir.
Mientras
cubro con húmeda tierra tu morada,
arrojo
lejos las flores,
hay
suficiente muerte aquí,
aun no
llueve,
pero ya
llegará, y verde manto cubrirá tu puerta,
a tu
lado, con mi puño dibujo la mía,
tu no
recuerdas,
deberé
entonces,
conocerla
en carne propia.
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