ustedes que golpean mi lapida
retírense
vuelvan a sus cuevas
donde la obscuridad
y el temor
es todo lo que conocen.
Dejen mi piedra
inmaculada,
aléjense
demonios
inútiles almas.
Reptaron toda su vida
arrastrando al ingenuo
arrastrando al desprovisto,
dejadme,
dejen lo que soy y seré,
quién sabe.
Reptamos por esta amarga
y vaga vida,
solo instantes de bienestar,
falsa eternidad,
engañados, nos movemos,
luego vemos tus paredes pintadas con verdades,
y allí, esa eternidad,
se convierte en el mas frágil
de todos los cristales de este mundo.
Reptando,
instantes de felicidad
o algo similar,
entonces,
que significa algún pecado
para darle algo de sabor
a esta amarga caminata,
al amargo sabor de la tierra próxima.
Un pequeño escape,
una mancha en el alma,
una memoria no tan blanca,
eso hará un poco más dulce,
tu mentira cruel,
sentirse un poco más vivo,
que es suficiente.
Que se vea
como derramas la miel
mientras nosotros observamos
cuales bestias famélicas.
Déjenme,
aléjense,
nacido en los brazos de la muerte,
viviendo bajo su cuidado,
cuando lleguen las Arpías a buscarme,
será tarde,
estaré riendo,
relamiendo mi boca,
saboreando algo
que ustedes, malditos reptantes
no conocen.
Sé que arrancaron
algo mío,
el engaño les fue fructífero,
sin esa parte me han dejado,
por eso me arrastro,
por eso derramo una lagrima
cada día, cada noche,
por eso he mandado a construir
esta casa, la que me oculte
de ustedes, y del recuerdo
que me consume
que me devora hasta los huesos.
E.I.
poesiasoscuras.blogspot.com.ar
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