Vio fuego
entre sus manos enfrentadas,
“me protegerá del tajante invierno”,
pensó,
no fue así.
Vio fuego,
las bocas,
unidas,
la luz no interfiere,
húmedo lenguaje,
que solo los sentidos saben interpretar,
pero,
nada escuchan,
nada los eriza,
silencio.
Los corazones,
dos latidos,
deberían dejarse llevar,
el ritmo sería uno,
faltan notas en esa partitura,
inconclusa melodía.
Fuego, otra vez,
su mano blanca,
culpable es el fuego,
fuego gris y blanco, helado fuego,
ojos decolorados,
ya no arden,
risa enloquecida
es su lengua entre filosos dientes,
sangre que no cae, se congela en su rostro,
siente el frio atravesar su pecho,
su corazón, ya no está donde debería,
y antes de que el frio lo destroce
ve su musculo poético
latir entre uñas dignas de un demonio (de segunda),
y ve, como este ángel del averno,
lo devora y ríe, ríe, ríe.
http://poesiasoscuras.blogspot.com.ar/
Comentarios