Tiempo de Sirenas
Una sirena suena a lo lejos, rompiendo el frágil cristal nocturno, entre luces y lluvia, la noche se hace grande. Una sirena se acerca, veloz, sobre los cristales, corriendo los pesados telones de la noche, que se hace aún, más grande.
Pensamiento
intruso e inoportuno. Paréntesis mental.
Brillaba tu piel,
lo decían mis ojos, y el resto de mi cuerpo, que es totalmente desechable. Mis
ojos saben ver, no solo mirar rascando la superficie.
Brillaba el sol
en ella, no al revés, celoso sol, malditos espejos, destruidos, todos, totalmente
prescindibles. La figura, cuando de pie apuntabas al mundo, era fuerte, era, a
veces, indecisa, ¿unirse al zoológico o quedarse en la selva? Libertad.
En las paredes,
que inoportunas y molestas, en mis muñecas, no existe el tiempo, no necesito
que nada marque mi tiempo, el de descuento, por supuesto, el tiempo no cuenta, solo
descuenta gota a gota, no está apurado, la tortura lenta es más placentera
parece ser. Nada, nada, vacío de artefactos y estupideces, inventos imbéciles
que marcan la decadencia de la carne, de la voz, de todo.
Limpio.
Una sirena, estruendosa,
intrusa, está aquí.
¡Cállenla!
Colores y ruidos
vomitivos. ¿Por qué alumbras directo a mis ojos?, no me toquen, no te acerques,
de ti me alejaba, y del que mueve las manillas, fue difícil desconectarme de
todo, carne, alma, mente, porquerías.
No intentes
encenderme otra vez, este disfraz de hombre muerto me ha costado mucho, no
quiero arruinarlo con una estúpida reacción eléctrica.
Sera la ultima vez
que lo hago, por esta vez, déjenme aquí.
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