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Causalité

 


Causalité

 

Quizá, no lo pensaste bien, pero es probable que no te hayan invitado por casualidad, igual no importa, lo que tienes por hacer puede esperar, vas por tu automóvil y te asusta lo sucio que esta, más que nada por fuera, porque por dentro…aguanta unos días más, portón levantándose, y…casualidad, llueve, pero llueve a mas no poder, que oportuno che, esta lluvia lo va a dejar limpito, al menos por esta noche, la noche de la invitación, esta intrigado, por eso va, “veníte che, que hay gente que te quiere conocer, y uno ellos, es un “ella” ”

Está a un par de kilómetros, es cerca, pero el trayecto se hace lerdo, ya que hay algo de tráfico y semáforos cada medio metro.

Trata de acelerar para empalmar una onda verde, pero un rojo odioso lo hace frenar de golpe,  su celular vuela por el aire, se agacha, tira manotazos al vacío, y…oh que casualidad, la tarjeta de crédito que creía perdida o robada, esperaba al indeseable Lunes para denunciarla, sonriendo se levanta, se acomoda, sus ojos ven otro rojo molesto, titilando, combustible, desesperado por ser apagado, alimentado, y mira vos, la casualidad quiso nuevamente favorecerlo, ese semáforo de mierda, por no buscar otra palabra más bonita, lo dejo al frente de una estación, baja por el desnivel y a cargar combustible, tanque lleno, cigarrillos y unas golosinas.

Se dispone a pagar, y por más que busca en todos sus bolsillos, no encuentra su billetera, piensa donde la dejo, está un poco nervioso y se ríe por ello, pero…mira vos que casualidad, acaba de encontrar la tarjeta que creía perdida, se desinfla de esos nervios, paga y se va, maneja sonriente, por tanta casualidad y bien de su lado.

Derecho a la invitación que le habían hecho horas atrás.

 

Llega, un lugar que no conocía, se baja, deja todo en orden y procedimiento uno, tocar el timbre o similar, luces blancas por todos lados que encandilan, un perro a un costado que le ladra mientras las babas salen volando por todos lados, más cámaras que una comisaría, y todos y todo lucen igual, parece sobrenatural (o demasiado común), lleva consigo una botella y una caja de bombones, está mal llegar sin llevar algo.

La puerta se abre, mira vos quien atiende, esto es el colmo de las casualidades, es el tipo que lo salvo de bajarse antes de tiempo de este gallinero, abrazo y adentro.

Otros amigos de él que no conoce, amigas que no conoce, salvo una que le parecía conocida, pero iba a ser mucha casualidad ya que fuera quien pensaba que era, lo casual es que todos eran parientes o allegados a ella, raro. ¿Por qué? Y porque si, es como caer en un hotel y que todos sean familiares o amigos, vamos, a otro con esos cuentitos. No jodas. La casualidad, es casualidad, no boluda.

Y resulta ser que “ella”, era la “ella” que iba a conocer.

 

Tragos encaminados, charlas a todo volumen, música, comentarios sobre libros, música, alguna anécdota, mientras se acerca a esta imagen conocida, intercambiaron palabras, y no puede creerlo, si, puta casualidad, es ella nomas. ¿Pero podrá ser, esto es todo casualidad o suerte, o todo es un sueño?

Historias van y vienen, recuerdos (nada más aburrido que hablar de ellos, siente que el nivel más bajo de conversación es el que comienza por “te acordas cuando…etc.”), pero bueno, igual sonríe y continua, cree, conocerla ya, desde su nacimiento, esta totalmente, embobado, palabra estúpida, pero que cabe justo. Solo ve el movimiento de sus labios, solo escucha esas sonrisas como ahogadas, sonríe y contesta, pero el quiere escuchar. Y estar. Ahí en ese momento donde las pequeñas cosas ocurren, y no quiere perdérselas.

 

Después de un rato, las luces blancas se apagan, será la hora pensó, pero el perro también enmudeció, hace rato que no se lo oye, la conversación se iba apagando también, y los tragos, desaceleraron su paso, la conversación privada murió en ese instante, y de la otra punta, nota que el salvador se acerca, cara de pocos amigos, y de borrar algunos más de la lista, le habla al oído, petrificado y pálido queda mientras mira esos ojos sin alma.

“Pero vos me salvaste” le dice, “fue una puta casualidad”, responde, “te quise empujar, y vos te agarraste de mí, te salvaba o me caía con vos”. Ahí entendió todo, el concepto este, de “casualidad”.

Mientras tanto, la imagen de la mujer conocida, le alcanza un cuchillo, que, a sus ojos, era gigante. Lo engatusaron, se nublo con ella y nunca se dio cuenta de nada, ella, lo mando al muere, lo endulzo, lo condimento, y ahora macho, al fuego.

Encendieron las luces, entendí que durmieron al perro, pero se olvidaron las cámaras, está bien, me van desechar, pero al menos, todos adentro cuando los vean en esos colores aburridos de las cámaras.

 

La imagen hablo, ni que le leyera la mente, “por las camaritas no te preocupes, ya las desconecté, soy algo paranoica y fue lo primero que hice al llegar aquí”, entonces sabe que todo está dicho y mal hecho, por saludarlo a este que lo odia y querer lograr algo con esa imagen, bella, por cierto, va a terminar muerto.

 

La casualidad más grande, es que cuando lo llamaron, él estaba hundido, llorando, y con esas lagrimas limpiaba su arma, la llave de la última puerta.

Parece, que, por casualidad, le hicieron un favor.

 

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