Sabor a derrota,
nueva vida
con una soga
ajustada al cuello,
cerrar los
ojos,
no por dolor,
no,
es la tristeza
de saberse
derrotado,
más que la caída
misma,
es aceptarla,
hacerla carne,
vivir, o no,
con ella.
Revivir
momentos
son tajos en
tu brazos,
besar el
pasado
es una lágrima
secándose en tu mejilla,
sonidos,
aromas, colores,
látigos arrancando
carne de tu espalda.
Respirar,
profundamente,
ensillar la
noche
y vagar,
apartado de la
luz,
de aquella
luz,
la que se apagó,
la que se fue,
el fantasma detrás
de ti,
vive!, tú lo
alimentas en cada pensamiento,
y acurrucado
ya te encuentras
en la bella
noche
que deseabas
abrazar.
Golpe a tu
cabeza,
la caprichosa
realidad.
Recostado
y con el negro
y bello cielo nocturno
como único paisaje,
ves, por última
vez
la estrella
que señalabas,
el brillo, el
brillo,
con él,
te vas.
E.I.
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