La inmediatez del presente,
las cortas noches de verano,
ráfaga que desboca
las manecillas del reloj.
La estancia de tus ojos
sobre mi cuerpo,
mis manos
memorizando tú figura,
todo eso queda atrapado
en la maldita arena
de un reloj.
El alma, el cuerpo, se revelan,
sacrificio
presente
en forma de fuego,
fuego y arena.
Los titiriteros toman forma,
cortan los hilos,
ya no juegan,
solo queda el espacio,
mientras tanto crean a otra bestia.
Todo es planeado
no hay más libertad
que la que existe en el pensamiento,
una ilusión.
Muerto el libre albedrio,
solo de tus sueños puedes vivir,
sueños y dolor,
ese dolor,
que nos devuelve a la realidad.
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