Dame tu voz,
dámela hoy solo para mí,
dame ese pensamiento
ese que tienes para mí,
se, ya lo sé,
para ti,
soy menos que el estiércol
bajo tus pies,
menos que una luz en
la más cerrada
de las obscuridades,
si algo existe para ti
que represente la
eterna e infinita nada,
menos de eso he de
ser.
Bajo los huesos de
nuestros muertos,
más allá del fuego,
y mucho más allá,
puedo encontrarme,
me atraviesas con tu
mirada,
cual fantasma
como el mismisimo
aire.
Quizá tus golpes,
en mi ser eran
caricias,
esos ojos que
penetran,
destrozaban mi alma,
no había secretos para
ti,
nada fue reciproco,
pues mi ojos no penetraban
tu piel.
Aun cayendo,
de espaldas te
encuentras
y tus brazos cruzados,
aun consumiéndome por
un último roce,
arrancas tus brazos
y al infinito
alimentas,
aun buscando esa
mirada,
aun si fuera la mirada
del último adiós,
tiras tus ojos a los
animales famélicos.
Más despreciable que
cualquier otro,
ese he de ser yo, para
ti,
siempre y mas allá,
arrojado al lado del
camino,
veo varios restos,
no ser el único, no me
reconforta,
no tienes alma,
no tienes otra cosa
que una gran roca en
lugar de un corazón.
E.I.
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