La noche
tranquilamente duerme,
el día,
aún lejos
y dormido.
Animales y hombres,
sosegados
por los brazos de la noche,
duerme el instinto,
la sangre comienza a secarse,
y el hambre crece.
Tranquilidad,
los vigías de la noche
cuidan de todo y todos,
alertas,
cuerpos sin rostros,
en vuelos rasantes.
Pero no todo es paz,
no todas las respiraciones
son suaves y profundas.
Los vigías lo presienten,
lo huelen
lo sienten.
En un momento,
la noche se ve herida,
garra envuelta en llamas,
carne, tierra,
arrancados de la paz,
todo se ha transformado
en caos y en horror,
no es el día,
pero si,
el fin de la noche.
E.I.
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