(Terrenal – Fragmento)
Las campanas del juicio final, sonando al unísono, fuera de
tono, caprichosamente desafinadas, dañan los oídos de aquellos que son
alcanzados por tan desastroso sonido, penetrante sonido, casi mortal.
Cada vez más agudo, cada vez más desafinado, ya los hilos de
sangre viajan de tus oídos a tu cintura en segundos, el sonido no cesa, la
sangre tampoco, abrazado por los tibios hilos, no sientes el frio del lugar,
agachas un poco tu cabeza, como si eso fuera a apaciguar algo, y ves, que tus
pies están descalzos y ahogados en sangre, la tuya y las de otros.
Esa mezcla contiene dolor, lagrimas, y su color es tan
brillante, extraño, y tibia, muy tibia, reconforta. Sangre acariciando tus
pies, cubriendo el frio que azota de a ratos ese lugar en donde te encuentras,
casi inmóvil, sangre que, sin que tú te des cuenta, consume tu carne, y pronto
comenzaras a caer, ya en poco tiempo, tus ojos, verán a través de ese mar rojo
perlado, veras cual brujo, a todos los demonios, los ángeles, los miedos, y
vaya a saber que más, la sangre no miente, y tu tendrás el placer de ver en
ella, directamente sobre ella, ahh como envidio esos ojos.
Quizá tu alma se hiele y muera, quizá tu corazón se detenga,
pero piensa, todo lo sabrás, el universo en tus ojos, lo obscuro, la luz, el
infinito, todo agolpándose en tus pequeños ojos, la inmensidad, en solo un par
de ojos. Viaja libre a través del miedo, otros, supongo lo habrán echo, si no,
¿de donde han salido las épicas poesías y las historias de los lagos del infierno?
Esto último, quizá sea fantasía, quizá sea verdad, no vivirás
para contarlo, y no creo en que luego de tu muerte haya algo más, así que no me
esperes, pues yo pienso buscarte, pues ya ni siquiera existo aquí. No lo tomes
a mal, pero nunca “fuimos”, nunca “seremos”, solo que esa idea de ser nada, ser
pedazos esperando ser barridos, “no ser”, la idea floreció y encarno mucho
antes en mí, que en ti.
Nade por ríos de sangre, me mezcle en sus historias, hice de
sus lágrimas, mis lágrimas, por ellos llore, por ellos me hundí en una profunda
y dolorosa pena. Y…para que, si ves bien, si aún puedes ver, en mi espalda
están los huecos de sus traicioneras dagas, y también, si te acercas un poco más,
veras marcas de sus asquerosas manos, líneas de sangre seca que jamás me
abandonaran, mejor, grito yo, pues así, recordare lo que son, lo que fueron, lo
que serán.
Cuando te hayas ido, no tendré otro remedio que buscar las
sombras y allí, permanecer, esperar, estar, pudrirme allí, con los restos de
los otros, esos otros que han visto antes que yo, antes que todos, decido
ocultarme por siempre, desaparecer con la cabeza en alto, por supuesto, nunca diré
el momento exacto de mi partida, de esa manera nadie me esperara, y nadie me
recordara, será como nunca haber estado, lo cual, es verdad, pura verdad, nunca
he estado yo, nunca has estado tu tampoco, solo que aún no lo procesas, aun así,
es tarde, tu cuerpo ya se derrite. A mí, aun me queda maldito tiempo, como
envidio tus ojos.
Harto de ser el mensajero con un agujero en la cabeza y los
sesos desparramados por el piso, dando lugar a una horrorosa obra de arte.
Harto ya de todo eso, de todos. Las palabras serán mías, y
alguna vez tuyas, como en otrora lo fueron, solo que ahora no habrá oídos enfrente
a mí, solo algo, pues sé que tu creías que luego de que tu carne te abandonara,
tu alma se escapara por allí, riéndose, tu serias algo más, no sé qué, jamás lo
supiste, y yo, bueno, es sabido lo que yo pensaba y pienso sobre eso.
Igual, para que veas mi respeto por tu creencia, hablare a
las paredes, a las estrellas y al fuego, solo por si acaso.
E.I.
poesiasoscuras.blogspot.com.ar/
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