El fuego que se eleva
el humo en el horizonte
son los bosques
los que te ocultan,
los ojos ansían verte.
Las catedrales incendiadas
pues…
tú ya no rezas demasiado,
y ojos ansían verte.
Pocos los lugares
esos, en los que te ocultabas,
y el fuego se extiende.
No intuyes de quienes son
esos ojos,
ni él porque
ese afán de verte.
Mas fuego,
ya sobre los cuerpos,
y el grito de tu miseria,
esos ojos
ya no desean verte.
Esos ojos,
solo se hunden en las llamas
solo pretendían
ver de cerca
la muerte,
y entre ellas,
también la tuya.
E.I.
poesiasoscuras.blogspot.com.ar
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