Siempre algo vendrá,
¿cuando?
tarde, siempre tarde,
mientras,
aquí inmóviles,
expectantes,
en esa espera
casi sin darnos cuenta,
morimos.
Te veo en una calesita,
te veo en ella,
veo el esfuerzo
por alcanzar la sortija
que te dejara otra vuelta,
que te dejara
saborear un poco más de vida,
tú crees,
aun,
en la maldita sortija.
Nada bueno surge de tus palabras,
las que dejas en aire,
nada bueno hay
en tu después,
en tu espera,
en la espera
que me obligas
que me empujas
a tener.
Pido cierres tu arrogante boca,
y que tus palabras
vuelvan a ti
y te destrocen,
como lo hacen con quienes
aquí estamos.
Juega tú, si es lo que quieres,
no molestes a los que no quieren hacerlo,
al menos, ya no más,
los que jugaban y se fueron,
los que nunca lo han hecho,
fueron los primeros en ver,
y tú, jugando y obligando,
logras alimentar tu ceguera.
Vemos los negros y blancos,
los brillantes soles,
las brillantes lunas,
vemos como se alimentan los ríos,
en los que indudablemente viajaremos,
eludiendo a aquellos
que, como tú, son piedras sobre el estómago,
buscando llevarnos
a las obscuras profundidades,
para cegarnos, para callarnos.
Para ti, una mala noticia debo darte,
este rio, que todo puede ver,
y pueden ver, pues sus aguas son cristalinas,
crece lento,
pero jamás
dejará de hacerlo.
E.I.
poesiasoscuras.blogspot.com.ar
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