Fragmento X (el de
las patas)
“No creo…”, dijo, mientras se levantaba para preparar café,
“…que todo sea tan injusto, o pesimamente ejecutado, como lo he planteado
antes, pero no puedo ser flexible en algunos aspectos, y para formular todo lo
que te he dicho, necesite fortalecer algunos de ellos y a otros debí
expresarlos en términos de algún futuro no tan distante, ya sea para mal o para
bien.
Siempre, siempre, hay una luz en la obscuridad, una
puerta no, pero si quizá una ventana abierta, etc. Poné la frase alegórica que más
te guste.”
Vuelve mirando fijamente las tazas de café, y a un paso
arrastrado para evitar que el café se derrame, pues no tiene platos para esas
tazas y lo más próximo a quemarse, son sus manos, despacio, pero continuamente
se arrastra, no habla, deposita las tazas, y derrama un poco de ambas tazas, no
importa, pues abajo están sus papeles, sus escritos, y nunca le importaron
demasiado, pues cree que nada de lo que hace o dice, valga realmente la tinta o
el aire que consume.
No dice nada, se sienta, me mira, mira las manchas de café,
me mira de nuevo, y hace una mueca de “como aquí no pasó nada, y resignación”,
la charla continua.
“A veces, no muchas, como sabrás, recurro a tus oídos, saben
escuchar, y luego vos sabes medir tus palabras, lo justo, no más, no menos, lo
justo.
Y sabemos, que “lo justo”, no siempre es lo que uno
quiere escuchar.
Que puedo decirte, luego de todo lo charlado, escrito y
mostrado, que mas, solo mostrarte este desgano que me hunde en el sillón, amigo
hermano mío, la nada misma me está pesando demasiado, y las ganas,
desaparecieron hace tanto tiempo, que ni me acuerdo, decí que te tengo por acá
cerca para más o menos desahogarme con esto, no es que te pida ayuda, pero en
el fondo, algo de eso hay…oculto, por supuesto.”
Claro, jamás pediría ayuda, jamás, no al menos de la
manera que cualquiera lo haría, nunca llamaría y diría “necesito ayuda, tu
ayuda”, no, ese orgullo no lo permite, él no se lo permite, solo cuando el
fondo le toca los pies, mantenemos este tipo de charlas, no siempre es ayuda lo
que se oculta entre líneas, muchas veces, son preocupaciones e inquietudes, de
las cuales necesita confirmación o una negación o un buen debate que lo haga
pensar en diferentes direcciones.
Bastante educativo, diría, ya que muchas veces recurrimos
a viejos libros, a algún amigo perdido por allí, y por ultimo dejamos la tecnología,
ya que demasiada información, al final, resulta en una ignorancia, aun, más
profunda.
Aún sigue, con su fanatismo por los números, perdón, no
fanatismo, no me gusta usar esa palabra, diría mejor, “obsesión”. Sí, me suena
mejor, al menos en mi cabeza.
Esa obsesión lo ha llevado a escribir cantidad de
cuentos, poesías, textos sueltos, y es hora, le digo y le dije varias veces,
que debe unir todo eso y armar un buen texto, que pueda ser leído de una sola
vez. Pues en su cabeza tiene sentido, pero en la mía al menos, pierde sentido
al tener tanto espacio de tiempo entre texto y texto, si bien las fechas no están
anotadas, uno puede darse cuenta al leer todos esos pedazos de papel, además, no
sé dónde va la poesía, si antes o después de la prosa, o la prosa poética, o el
cuento, o que se yo.
Amigo hermano mío.
Bebemos el café de a sorbos, charlamos sobre cualquier
cosa vaga, nos dispersamos, luego de seguro beberemos algún whisky y saldremos
a fumar al patio, con la calurosa recibida de sus perros, hermosos, por cierto.
Estaremos en el reino de sus perros, esos amados animales.
Sonara tonto para algunos (aquellos a los que no le
gustan los animales), pero muchas de sus poesías y algunos cuentos, son sobre
ellos, sobre el macho, sobre la hembra, ha llorado por ellos, mas no lo he
visto llorar por algunos humanos.
¿Lo entiendo?
No hace mucho me mostro una poesía, bastante sombría, por
cierto, con un fondo de angustia que le tocaba a uno el alma y lo dejaba allí,
helado, como muerto.
Pasaron un par de días, y preguntó si había entendido
algo de lo leído, dije la verdad, que creía que se trataba de alguien cercano,
que se refería (la poesía) a su realidad, si bien, estaba muy bien disimulada (la
realidad). Los tiempos transcurridos, las actuaciones, pues esta poesía demostraba
tener varios personajes, los paisajes, todo, estaba muy bien cubierto. Pero que,
sobre ella, había una angustia que te recorría la espina y te helaba.
Solo se rio.
“Tenés razón” – dijo.
“Pero no hablo de esta realidad, hablo de una realidad
inventada, pero inventada en ese momento, y la angustia que lo cubre, es que,
si bien todo está inventado, en algún momento, se hará presente, en algún momento,
habrá que enfrentar ese tiempo allí pintado…”
Y allí lo vi derramar lágrimas, por primera vez en mi
vida, lagrimas que venían de lo más profundo de su ser, se quebró, y continuo
hablando, no sin antes disimular esas lágrimas, “…¿sabes para quien escribí
eso?, para mí y para este que viene al lado mío, porque escuche que fantaseando
uno, inocentemente por supuesto, con alguna muerte como la que leíste, o con algún
pesar, que le duela a uno, que lo cale hasta los huesos y lo atemorice de
muerte, dicen que uno alarga la vida del otro…ojala sea verdad…”, se calla,
ahogado por un aparente llanto, que por supuesto puede ahogar, y se queda allí,
callado, mirando a su perro.
Me mira, sus ojos están flotando en lágrimas, y se va, mirándolo
solamente a él.
Mientras se iba, sentí que mi algo me oprimía, y solo, allí
en la calle, con el sol cayendo detrás, desconsoladamente, comencé a llorar, y
junto conmigo, el cielo también lo hizo.
E.I.
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