VII - Fragmento 4
Cuando las paredes pierden su color, cuando se convierten
en un cementerio de imágenes muertas, algunas entrañables, otras no tanto,
incluso se alojan (mezcladas, por supuesto) las más aborrecidas, todas allí,
colapsando, peleándose por el mejor lugar en las escaleras o en los descansos,
de manera que puedan ser mejor observadas, recordadas, o…totalmente ignoradas,
como siempre yo lo he hecho, no hay nada peor que el recuerdo inútil de lo que
de poco se va borrando de nuestras cabezas, indicador natural de que nosotros también
pasaremos a formar parte de ese enjambre de muertas fotos ( o no ), he quemado
las mías, no quiero estar al lado de alguno de estos, el recuerdo puede ser
hermoso en ocasiones, pero una vez ya está bien, luego se convierte en conversación
de barra de bar.
Las imágenes mienten, sobre todo estas, que contaminan el
ambiente, sus facciones no cambian, siempre riendo, falsamente riendo, para esa
foto, para ese cuadro, o tristes…eternamente tristes.
Viejos personajes de una historia que se sabe muy bien
cuando acabara, ¡¡por Dios que si lo sé!!, pero bueno, la otra parte de este
cuerpo quiso colocar a modo de homenaje y también a modo de “Nunca Ser Como
Aquel De Allá”, estos retratos. Pero como antes te decía, los recuerdos
desaparecen, tenemos lo que quede por vivir a cada peldaño, y cada uno trae
consigo una nueva historia que va tapando lo anterior, hasta que llega un momento
en el que se debe pensar fuertemente en el nombre de algunos rostros, y el cómo
llego ahí.
Así que no ahogues mis nuevos pensamientos, con tu charla
de baja calidad, esa charla que siempre comienza con “Hace algunos años…”, o, “Recuerdas…”,
no, no me infectes con el pasado.
Esta escalera es una prueba también, la de ignorar el
pasado. Pero cuidado, si bien lo ignoro, no puedo perder de vista los errores,
de lo contrario el pasado no tendría ningún sentido, no habría libros de
historia. Eso debes conocerlo, tropezar eternamente con la misma piedra, por no
haber aprendido algo del (uff) pasado, seria de estúpido. Y este que te habla
no es ningún genio, me ha pasado y lo he corregido.
Volviendo a lo que te decía, mira estas paredes, tan
blancas antes, tan limpias, podías ver hasta el insecto más pequeño manchándolas,
sacándolas de su blanco impoluto, y ahora…míralas, llenas de fantasmas. Estas
paredes que nos protegen del exterior y toda su desesperanza, que nos defienden
de la impiadosa realidad, aquí, entre estas paredes, uno vive en su mundo, en
su propio y moldeado mundo.
Sin embargo, veras, que esta pared debería ser derrumbada,
y entiendo que me preguntes el porqué, pues es una simple respuesta. Esta pared
hoy, es fiel reflejo de la realidad, ella nos va borrando de a poco, y solo
queda de nuestra efímera existencia, una miserable foto, colgada en una pared,
para dar ejemplo o no, mira al de allá arriba, toda una vida de estudios, y fue
muerto por el frio de la soledad, encontrado muerto en el living con su cabeza
metida en el medio de su libro favorito, aun entre los humos de sus cigarros y
algunos vasos de whisky, si, vasos, no era un borracho, solo bebía de
diferentes maltas, entonces, de allí tantos vasos.
Mira donde está ahora, triste, en la esquina superior
derecha, al lado de…, arriba de…, pero debajo de…, esto es tan estúpido. La
inteligencia, te lo dije antes, llega demasiado tarde, cuando abrimos nuestros
ojos, nuestras bocas, expresando con nuestro rostro que lo hemos entendido
todo, allí, viene la dama y se lleva nuestra cabeza. Y así quedamos, con una expresión
idiota, y la sabiduría se va en una bolsa podrida y ensangrentada.
Perdona por irme tan lejos en palabras, a veces sueño
(pesadillas) despierto. Y mis pensamientos son tan fuertes cuando dejo mi
cuerpo aquí y me llevo a volar. Perdona.
En fin, las paredes, aman (aun nadie ha podido dar un
significado apropiado a esto), odian (demasiados significados acertados), nos
protegen, nos encarcelan, algunas tienen pequeños ojos, que son nuestros ojos también,
y nos dan un pantallazo de lo que sucede allí afuera, detrás de ellas, aun así,
mientras miramos, nos abrazan, casi hasta el ahogo.
Estoy seguro de que llegara el día, amigo mío, en que nos
asomaremos por estos ojos, y el abrazo se convertirá en un empujón, y atravesando
los cristales, seremos parte del exterior, seremos expulsados, otro cuerpo
ocupara el espacio que antes ocupábamos, y aquí afuera el suelo no nos detendrá,
se abrirá, y yo pretendiendo volar.
Seguiremos creyendo que podremos volar.
Estas paredes, estas paredes.
E.I.
poesiasoscuras.blogspot.com.ar
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