Sensaciones,
aquellas, que nos dejan pasmados,
sensaciones,
que saben a muerte.
Sensaciones,
que nos estremecen hasta los huesos.
Un trozo de sucio papel,
hay vida en el,
la hay,
alguien ha plasmado sus pensamientos en
el.
Pero algo muerto,
para aquel, que solo ve un sucio trozo
de papel.
Dolor para el que ha dejado caer sus
demonios en el,
sufrimiento al leer,
lo que tanto mal le ha hecho,
sosiego y calma luego de desprenderse
de todo eso que lo mantenía prisionero.
Todo aquello que lo invadía y enterraba.
No queda nada dentro.
Solo queda ese vacío, que permite,
en ocasiones, conciliar el sueño,
un vacio que no tardara en alojar otra
vez,
a esos fantasmas,
pasados, futuros,
y aquellos que mas quiebran sus
rodillas,
los presentes.
Una nueva hoja en blanco,
única cura,
tantas caras alrededor, y ninguna puede
ayudar,
solo ese trozo de papel,
muerto para el que no ve,
vivo para él,
que le entrega partes de su vida.
Muerto luego, cuando lo hace a un lado,
cuando lo arroja en la montaña de
papeles.
No existe más en él,
existe en otro lado,
y no existe en realidad.
Muerto, hasta que el ajeno ojo,
recorra sus palabras, y así,
algo vivirá,
será diferente,
diferente para cada quien,
y con el tiempo como feroz enemigo,
será,
diferente para él.
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