Volviste y una seda cubría tu cuerpo
brillante blanco
suave tan suave entre mis manos
el cálido viento levantaba de este
infecto suelo tus bellos pies
llegaste
rozaste mi rostro
yo me deshice frente a tus ojos
me levantaste y moldeaste de nuevo,
prometías ser el calor que reconforta
la fresca sombra en el agobiante verano.
Luego te di mi espalda
error, gran error,
confundido y aturdido por la presencia
todas mis defensas me abandonaron,
las llamas consumieron el cielo sobre mi
los animales se destrozan porque si
y esta tierra comienza a arder,
vuelvo sobre mi
y veo la verdadera forma.
Te abrazas a los demonios
las llamas te hacen el amor
te abrazan, te poseen
ya no tienes alma,
solo eres llama sobre llama,
chupando las almas
secando corazones,
de mi pecho arrancas el instrumento de
vida
fuego en tu mano, lo devoras,
y escupes las sobras,
mi alma se mezcla en el fuego,
mi pobre alma,
vacío y sin lagrimas
los ángeles escapan,
pregunto cuando acabara,
“¡nunca!” dices y ríes,
el dolor será infinito,
eternidad, su inmensidad,
será demasiado pequeña para tu dolor.
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