I
Luego del banquete ofrecido
por nuestro nacimiento,
luego de las luces incandescentes
encendidas
por el sufrimiento,
y más allá de las piras ardiendo en las
montañas,
el festejo no es por tu aire,
sino por el sacrificio que será
otorgado.
De todas, la menos anunciada,
se colará entre tus sabanas,
ya rojas,
manchadas,
indeleble color.
Adiós, y adiós
para siempre.
II
En el día de la ejecución
bueno es tu pasar
en los contados segundos
que hacia atrás recorren el tiempo.
¿Asciendes, desciendes?
¿Correrás eternamente en verdes prados
o te hundirás
abrazado a las rocas en ardiente lava?
La preocupación no anida en ti,
abrazas otros pensamientos
y vuelas
estrellas negras en tus ojos.
Brillar en el campo nocturno,
eso no lo harás,
brillar en los corazones,
no hay cielo en ellos,
en los sueños, lo sabes, tampoco lo harás,
no hay por ti, latidos desbocados,
mucho menos serás un sueño,
la ejecución, el momento,
estrellas negras esperan.
III
Respuestas fatales,
a las preguntas que enuncias
de una manera tan inocente,
pensando en explotar de alegría,
después de escuchar,
pensando en saber,
desearas, luego de escuchar,
que la ignorancia
vuelva a llevarte
acurrucado
en esos brazos.
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