Una cama
En momentos como
este
en donde la soledad
no es importante,
solo importa estar
todo el día en mi cama,
enroscado en las
sabanas
reposando mi cabeza
en las almohadas.
Puedo soñar lo que
quiera,
con quien quiera,
estaré todo el día
pensando en
todo aquello que no
importa,
descansare mi
cuerpo
mi mente.
La luz, tímidamente
quiere colarse,
pero soy más rápido
y me oculto entre las sabanas
momentos en donde
el pasado no interesa
el futuro mucho
menos
y el presente es
este limbo.
Es en momentos como
este,
cuando ahogo mi
llanto contra las almohadas,
grito, y no soy
escuchado,
sabanas mojadas,
mi cuerpo
transpira,
dolor y miedo.
A mi lado, tantos
vasos de agua y otras porquerías,
mas no siento deseo
de beber,
comida, las moscas
se dan un festín,
yo no deseo comer nada
más,
solo espero que
estos tubos inyecten algo más que líquido,
espero que me den
deseo, el que perdí.
Nunca pensé que el último
lugar que visitaría mi cuerpo,
sería una cama,
esperaba algo más
pintoresco,
cualquier lugar, menos
una cama.
Allí, la veo,
amante eterna, en
sus mejores sedas negras rasgadas por el tiempo
acariciándome,
siempre soñé con
ella,
pero ahora,
arrepentido, se lo digo,
“no amante mío, he
esperado por este momento toda tu vida,
eres mío para
amarte, eternamente,
duérmete y serás mío,
visitaremos lo inimaginable.”
Esa voz dulce, me
adormece,
me dejo convencer
por sus palabras,
el sueño me invade,
frio,
ya no hay tubos en
mis brazos,
y en ellos,
mi amante, llevándome
lejos de mi cama,
a la eternidad que prometió.
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