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Mostrando las entradas de octubre, 2016

Pudiese

Si pudiera hablar hablaría. Si pudiera elevarme lo haría. Si mis ojos no sangraran quizá lloraría, tanto, que mis lágrimas te ahogarían. Si el corazón latiera pensarías que estoy vivo. Si nada quedara entre mis manos pedirías mucho mas y las arrancarías, tu codicia no cabe en tu cuerpo. No mueras en frente a mis ojos, pues no sabes cómo jugar ese juego. La sangre que pinta este suelo no es tuya, no. No juegues con armas pues se recibir solo un disparo, no más. Uno a la vez. No des vuelta tu cara cuando las miradas hacia ti son dirigidas. Mejor vete antes de que el infierno note que has escapado. Mejor, yo me iré también, devolveré el aire que he robado, no perderé mi cabeza porque tu así lo deseas, triste, canto, cierro mis ojos, abandono mis manos, te empujaran al averno de donde viniste, y viajare lejos, lejos de aquí. E.I. poesiasoscuras.blogspot.com.ar
(Terrenal – Fragmento) Las campanas del juicio final, sonando al unísono, fuera de tono, caprichosamente desafinadas, dañan los oídos de aquellos que son alcanzados por tan desastroso sonido, penetrante sonido, casi mortal. Cada vez más agudo, cada vez más desafinado, ya los hilos de sangre viajan de tus oídos a tu cintura en segundos, el sonido no cesa, la sangre tampoco, abrazado por los tibios hilos, no sientes el frio del lugar, agachas un poco tu cabeza, como si eso fuera a apaciguar algo, y ves, que tus pies están descalzos y ahogados en sangre, la tuya y las de otros. Esa mezcla contiene dolor, lagrimas, y su color es tan brillante, extraño, y tibia, muy tibia, reconforta. Sangre acariciando tus pies, cubriendo el frio que azota de a ratos ese lugar en donde te encuentras, casi inmóvil, sangre que, sin que tú te des cuenta, consume tu carne, y pronto comenzaras a caer, ya en poco tiempo, tus ojos, verán a través de ese mar rojo perlado, veras cual brujo, a todos los de

Comienzo y final

La noche tranquilamente duerme, el día, aún lejos y dormido. Animales y hombres, sosegados por los brazos de la noche, duerme el instinto, la sangre comienza a secarse, y el hambre crece. Tranquilidad, los vigías de la noche cuidan de todo y todos, alertas, cuerpos sin rostros, en vuelos rasantes. Pero no todo es paz, no todas las respiraciones son suaves y profundas. Los vigías lo presienten, lo huelen lo sienten. En un momento, la noche se ve herida, garra envuelta en llamas, carne, tierra, arrancados de la paz, todo se ha transformado en caos y en horror, no es el día, pero si, el fin de la noche. E.I. poesiasoscuras.blogspot.com.ar

Nadie

El fuego que se eleva el humo en el horizonte son los bosques los que te ocultan, los ojos ansían verte. Las catedrales incendiadas pues… tú ya no rezas demasiado, y ojos ansían verte. Pocos los lugares esos, en los que te ocultabas, y el fuego se extiende. No intuyes de quienes son esos ojos, ni él porque ese afán de verte. Mas fuego, ya sobre los cuerpos, y el grito de tu miseria, esos ojos ya no desean verte. Esos ojos, solo se hunden en las llamas solo pretendían ver de cerca la muerte, y entre ellas, también la tuya. E.I. poesiasoscuras.blogspot.com.ar
Sabía que vendrías, más no quería recibirte. Sé que tu paciencia, no cabe en este mundo. Cansado caminaba, por calles de tierra por el viento azotadas, recibiendo todas ellas hojas muertas que el duro invierno mata. Continuaba mi paso, continuo pero errante, soñándote, y negándote. Camino, y mi sueño te llama, mas espero no vengas, aun, no he llegado. Sé que estarás cuando vuelva a mi cuarto, sé que brindaras conmigo antes de partir, contaras historias que tendrán sabor a propias, me darás lo que he abandonado, solo por un rato, y te llevaras lo que arrastro. Espero encontrarte pronto, espero que seas tal como sueño. Te pido esperes a que florezca aquel ultimo árbol, que cicatricen las heridas, y luego, ven a mis brazos.

Hojas

Hojas secas amontonadas en la puerta la mirada perdida el horizonte se muestra cruel la devastadora ausencia del deseo, una sonrisa que el mismo viento que apila el pasado, se ha llevado. Pateas las secas hojas, enfrentas el destino vuelves apenas un poco la mirada, y las hojas, detrás de ti, secas, apiladas. La puerta que siempre abres no muestra nuevos amaneceres, solo esta profunda obscuridad, el reflejo de tu corazón, tu alma, tus pensamientos, el destino algunas veces soñado, al cerrar esa puerta tras de ti, queda sellado, y extrañamente, sonríes. E.I. poesiasoscuras.blogspot.com.ar