Nada que temer, nada en la obscuridad.
Solo teme di ti mismo.
Eres lo único vivo en la habitación.

Lo único latiendo, respirando.
La obscuridad alimenta tus temores,
aquellos que de niño te hicieran acurrucarte bajo la cama,
buscando una inútil salvación.

Teme de lo que puedas imaginar,
de lo que puedas ver cuando las luces se enciendan.
Creas vida, una vida imaginaria,
un horror solo para ti, solo para tus sentidos.

Monstruos, fantasmas, y tu propia muerte,
tu propia muerte siempre fue el final de estos pensamientos,
sueños, pesadillas.

Cantos de aves apagados ferozmente, por el siego de la muerte.
Una muerte q asecha en la obscura y sofocante habitación.
Piel erizada, alguien camina a tus espaldas y te acaricia.

La habitación es pequeña,
donde esta la maldita luz,
la habitación sofoca.

Porque puedo ver mis pies?
La obscuridad es mía y solo mía, mis parpados están cocidos.
Los pasos son falsos, resuenan fuera de aquí,
lo que se arrastra es real y reposa junto a mí.

Manos en el pecho,
fría sensación, y entiendo.
entiendo que puedo verme, en la espesa negrura.

La luz se esparce hacia todos lados,
solo que yo, ya no pertenezco,
me ido en un sueño, en alguna pesadilla.
Nadie me ha despertado, no esta vez.

Comentarios

Anónimo dijo…
Buenisimo.

Entradas más populares de este blog

Tus patas otra vez