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NO ES MI NOMBRE

 

NO ES MI NOMBRE

 

Se llamaba Patricia, algo musical, un nombre simple, común, fácil de recordar, fácil de olvidar, como las simples cosas que se nos cruzan a cada momento, una persona que podría haber llegado lejos, el tiempo aún está en sus manos, sin embargo, aquí, todos somos víctimas del malcriado y ventajero tiempo, ignorante y sabio, pero por sobre todo, cruel con ambiciones.

 

Así se llamaba, y se encargaba de su rutina, siempre predispuesta, siempre firme, enfrentando esas mañanas que ya no le pertenecían, nunca fueron de su agrado, esa es la justa verdad, pero en alguna parte de la línea que nos mide, hubo un hueco, una grieta, imagino o sintió, que algunos despertares, algunas entradas de esos días, eran nonatos, estuvieron a punto de asomar, pero jamás lo hicieron, perecieron en el intento. Mañanas sin parirse a sí mismas, días que no existen, huecos en la línea del tiempo, una regla con números borrados, una herramienta que no cumplía su función, pero que útil, que útil, eran  esos días para vivir, y no hacerlo también era el truco, se podía morir un poco, y vivir esa pequeña muerte regalada, y salir a la mañana siguiente, le daba asco pensar en la mañana, el amanecer, la rotura del cristal que ofrecía la noche, la tímida luz de la luna apagada a golpes, por un asqueroso y ardiente sol, quema la piel, cierra los ojos, seca sus flores, evaporando bebederos, la transpiración de su piel, la odiaba, ropas mojadas y esa sensación de nunca volver  a la normalidad. Se movía en la obscuridad tan bien, que parecía haber nacido con ella, la comodidad, el sosiego, el silencio, ruidos pequeños flotando a su alrededor, el café, los libros, la música, bebida fresca, las estrellas a través de nubes de un humo azulado, la tranquilidad de saber, que era la única en ese momento, en ese no lugar, ese era SU momento, tan efímero, lo disfrutaba al máximo, pero nunca era suficiente, siempre, la claridad arruinaba su escritura, siempre los primeros rayos del alba, asomando al fondo, colores horribles, mierda de colores, la paleta del más inútil de los artistas.

 

Se metía en sus paredes, cerraba las cortinas, pero la luz no entiende de rechazos y se metía en las habitaciones, inundándolo todo, rompiéndolo todo. Entonces…respiración profunda de resignación, y prendamos el ventilador de la rutina.

 

Se desarma en preguntas, anda por las playas de la memoria preguntando a las gaviotas y almejas muertas que hace aquí, si se supone que no existe, que hace paseando por calles que no la esperan, sonrisas de sapos, abrazos de espinas, ya no sabe, nunca entendió, se supone que no debería haber nacido, sin embargo, de alguna forma, por ignorancia o descuido, el sobrevalorado milagro de la vida…la toco.

 

Es alguien, pero no puede verse, no es un fantasma (aun), pero la atraviesan como si lo fuera, las miradas no se detienen en su forma, es menos que esa pared que de derrumba, sostenida por un horrible cuadro de figuras que nada dicen, solo que es horrible, nauseas.

 

Era otra cosa, otro ser, estoy en la mente de otro idiota, al fin, me esperaban a mí, y este inútil de pensamientos obscuros como su alma, me lleva en su mente, porque sabe, quien debería estar en esas calles y en esa casa, en donde el silencio a todos deja sordos, ahí donde las conversaciones son mudas, ahí, debería emerger mi ser. Vos te encerras en tu cuarto, pero yo quiero correr y hablar y gritar y mirarme al espejo para ver como soy.

 

Y solo soy un pensamiento, fui otra cosa, pero ahora por error, te sumergieron en la verdad de que no eras deseado, pero yo si lo era, me diste vida en tu mente, pero noto que no odias la verdad, ni a mí, solo te golpeo un poco al principio, ahora dices que te ríes, pero sé que molesta, pues tú, no ríes y la sonrisa no dura demasiado debajo del agua.

Estabas como esa pared, a punto de venirse abajo, siempre tambaleando, y el empujón final fue la verdad, es por eso que ya no sientes demasiado. Nada, en realidad. Pero tu nada, puede ser infinita, y siempre, habrá lugar para alguien así, como vos, un muerto que respira.

 

Soy Patricia, y te acompañare en tu vida, hasta que mueras o decidas olvidarme, o dejarme en un frasco mientras tu cabeza se golpea bajo las olas y en la resaca de ese mar, quedara tu falsa sonrisa, que, por supuesto nunca fue tuya, fue mía.

 

Comentarios

Me gusta esta prosa hermética. Debe ser porque "la loca de la casa" que se manifiesta en nuestros pensamientos más oscuros, a veces como un mantra, o por medio de obsesiones, o pulsiones literarias, en algunas personas, en algún momento de la vida nos toma por sorpresa, se organiza, y nos come el cerebro para siempre. Narrar puede sanar un poco, poner algún paño frío, pero no siempre, en otras ocasiones duele como si un demonio nos mordiese la mano.
Ariel

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