Ir al contenido principal

Loquito

 Silencioso salía al patio, silencio, se movía con sigilo, no hacer ruido, pues plácidamente dormía ahí, cerca de la silla que siempre usaba, siempre la misma, ahí al lado, dormía, despacio se sienta y quiere seguir con esa rutina de mirar por un momento hacia arriba, ahí donde esta lo que se conoce como “cielo”, mirar por mirar, cuando mucho buscaba alguna forma en las estrellas, buscaba algo, no era importante, era solo sentarse ahí al lado del durmiente, que por supuesto, ya estaba despierto cuando se sentaba, pero le daba fiaca tener que moverse, casi que podía creer que todos esos movimientos sigilosos, eran inútiles, podía creer y lo creía, que lo hacia a propósito, le daba el gusto de creer que no iba a despertarse, pero ya, antes de que asomara hacia el patio, ya lo esperaba, despierto. Un juego para él. Un juego para ambos.

 

El juego termina y sonríe, los dos sin duda sonríen, nada se dicen, no hay palabras que arruinen lo que los corazones cantan, lo que las miradas se dicen, enlazadas, secretos.

Todo el cielo, todo un mar verde, para ver, para correr.

Sabe que esa luz que va y viene, ya termina, espera, apoyado allí, a su lado, ultima nube de humo, bajo la luz blanca que juega con él.

La música, es la de esa noche generosa, debería ser una fría noche, pero aun, después de un eterno Abril, aquí nos encontró una noche cálida, aun, en este número que le sigue.

Un numero que maldigo con mis poderes de nada, humano, nada mas que eso. Maldigo, meses, años, días, todo por igual, naturaleza que sabe, pero que también improvisa.

 

La noche, es la misma, ese fatídico y maldito número, tachado de los calendarios, pero no del recuerdo.

El día es triste, el mas triste de todos, la tercera persona se vuelve la primera, terrible día en el que prefiero no haber despertado, decía no saber de amor, sobre todo ese que tenías, incondicional. Tu tarea fue ardua, era a este de aquí al que tenias que dar amor. Y superaste los límites.

 

Ahora, la noche, me encuentra en esa rueda, con una enorme diferencia, el corazón esta destrozado y no canta, la mirada se pierda, lejos, solitaria, los ojos se ahogan, y mi cara se deforma, solo una silla y yo, y esa lucecita, no se apaga, y el humo no termina, la luz evita los juegos.

Nadie se apoya en mi pierna, nadie levanta mi mano con su hocico para llevarla a su cuerpo, nada juega a estar dormido. Siempre, siempre espero el despertar de una pesadilla, y esta pared que me destroza, es la realidad.

Como ha crecido el césped, ¿cómo estas allí?, jugando a dormir, ya no quiero jugar, no quiero más estas noches solo, acariciando el césped que te cobija.

Vacío, vacío y mi ser destrozado por tu ausencia, ya no quiero jugar, no puedo expresar con palabras, mi amado loquito, lo que le pasa a este de dos piernas. El tiempo ha pasado, pero es una falacia que cura, que borra. Mas te lloro, más se me escapa el alma, mas se rompe el corazón ya destrozado. Todavía pido estar en tu lugar, y que vos estes correteando por ahí. Perfecto fuiste, eres, y yo un perfecto imperfecto respirando aun, como pudo equivocarse así, el que se dice que nos cuida.

 

E.I

 

https://poesiasoscuras.blogspot.com/




Comentarios

Entradas más populares de este blog

Recuerdo fugaz de aquellas llamas que alguna vez me rescataron de un asolador invierno, cuando ya solo creía que la desolación y un frio vivir era todo lo que existía. Llamas que se han extinguido, olvide su lento proceso, el que yo había iniciado, mi mente vagaba por otros mundos, y mi cuerpo, casi sin vida, allí, entre brazos que iban escapándose sigilosamente. Encerrado, mis ojos no desean abrirse hoy, descansan en la obscuridad, tus brazos han escapado, el castigo es claro y el frio se cierne sobre mi otra vez. Una prisión, construida por mi egoísmo, una realidad que me aprisiona, un mundo en mi mente que me libera, abro un instante mis ojos, no ven nada más que espacios en blanco, que dañan, que muestran la irrefutable verdad, escucho a lo lejos una palabra, un puñal. Habitaciones vacías, sueños que se desvanecen en un interminable blanco, mientras me encuentro solo aquí, ya no hay fuego, me ahogo en un f
  Como ha de ser posible que la cumbre del dolor no sea física, la carne se desvanece en el abre y cierra de una estrella moribunda.   Si recorres este tramo final junto a mí, podría decirte, pequeña noche, que te extraño, pero no he sido tocado por ese tipo de sentimiento o sensación, lo que siento es dolor, en otra dimensión de este cuerpo, de esta cabeza que dirige.   Atrás quedaron los días en que mi cuerpo vencía furiosos ríos, caídas en rocosas montañas, atrás quedaron, porque me los has robado, solo me queda la ceniza de algo, y la nada, soy tan ignorante que no me queda nada.   Te rodeo para ver lo pálido de tus ojos sin vida, descubro, que tienes dos espaldas para darme, el sabor amargo no se va, todo es normal, normal, estos Domingos de caída infinita, vacíos que jamás serán llenados.   Escapar no es una opción, dormir, quizá, solo si marcas una cruz en mi frente, solo si incendias el lecho, solo si el viento sopla,

Reloj

La velocidad del tiempo, ese tiempo, la velocidad de su “no” vida, su “no” muerte, su fugaz paso, tantos rostros, tantas manos, las palabras se amontonan, las hojas, en brillante blanco se visten, los ojos enrojecen, la debilidad lo asquea, lo precario de los cuerpos, lo aflige.   Sabe que esto, es la mejor y más cruel broma de todos los tiempos, desafiando a quien reirá al final, desencajada carcajada, mientras mira al cielo.   Ya no ríe, solo se mueve, no fue niño, pues no hay pasado, no fue viejo, pues destrozo su futuro. Y hoy está aquí, como la lluvia, va, viene, amado, odiado, ignorado, el tiempo lo borrara por completo él lo sabía, y, aún así, ríe. http://poesiasoscuras.blogspot.com/ E.I.