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Hablar sin Nombrar

 

HABLAR SIN NOMBRAR

 

Que desecho que vengo, desecho y agotado, respirar es lo único que puedo hacer, las fuerzas me abandonaron en la última esquina, esa que llaman “la de las noches eternas”, al menos fue un buen lugar para dejarlas, y olvidarlas.

Sigo y no me caigo, me falta poco y sé que me faltás vos, pero vio, así es la vida, un palazo tras otro, ahí, donde siempre duele.

 

Que puedo decirte a vos, si ya las viviste a todas, que puedo contarte que sea nuevo para vos, no me lo imagino, y acordate que mis fuerzas, andan rodando en la noche. No sé bien para que fui, si ahora estoy volviendo, si ahora, estoy de vuelta, me fui para olvidarte y me olvido, todo lo contrario, encima, vuelvo apaleado, mojado y cansado, no sé si tengo la hora exacta o si aún tengo un alma, ay almita, ay mi alma, como puedo andar así, vacío y lleno de dudas.

 

Un dolor semejante no se cuenta, pero a veces se lo escribe, dicen los que saben (y son todos menos yo), que si tiras toda la pena y el dolor en un papel…ese es el final de la dolencia, el papel se hace cargo, yo pongo mi mano y la tinta, dicen que todo queda allí, apretado en los bordes de las hojas, sostenidas algunas partes por renglones, pero si hay mucho para escribir, seguro nos comemos los márgenes, las cabeceras y los pies, con flechas unimos palabras, para que no parezcan que han venido solas al mundo, que todas van de la mano, a un mismo lugar, y ese lugar sería un fuego enorme o una pequeña vela, y del fuego obtenemos más fuego y se consuma esa hoja y se consuma ese dolor.

 

Dicen, eso dicen, pero a mí no me importa, pues, yo no quiero que mi pena se vaya, yo quiero sentirla, abrazarla, llorar y jamás olvidar. Puedo escribirla, solo para ahondar en ella, ay mi pena, ay mi alma, mi almita, mías.

 

Yo no sé si me buscabas, yo no sé si estaba allí, pero de alguna manera, llámese destino, suerte, o nada, chocamos, y ¡como chocamos!, si hasta hoy tengo un chichón con tu nombre en la cabeza, y tu alegría en el corazón, tu risa en mi risa y todo tu ser en el mío. Como no voy a desear esta pena, si es lo único que me queda. Eso y un par de callos en las manos, pero eso, eso se sanará en algún momento, y algún hueso roto, que total, para que los quiero, huesos tengo un montón, y de vos…solo vos.

 

Ay mi pena, ay mi alma, ¿dónde iré a caer?

Espero que cerca tuyo, adentro tuyo, al lado, o choquemos cabezas otra vez, vos te reis, porque tenés con que soportar el cabezazo, si, y yo me rio también, porque yo sé que te reis, nos reímos mucho, que manera. Mi loco cabezón.

 

Ay, ay, ay, que me importa de la tormenta o la noche o mis fuerzas que andan de juerga por ahí, que me importa a mí, nada, ya…nada.

Ay, mi almita, sé que estas escondida por el pie, creo que te sentí por ahí, y ya que andas por el piso, fíjate si me ves, y levántame, sí, porque quiero llegar a mi casa, y tirarme en el verde césped, un poco seco a lo mejor, porque el sol castiga, como castiga.

Levántame y dame agua, déjame tirado donde ya sabes que te quebraste conmigo, donde nos quebramos al unísono. Tiráme ahí y ándate, total, ay mi alma, ay mi pena, pena que me acompaña. Pero a lo mejor, con suerte, pero muchísima suerte me empiezo a reír y a darme cabezazos, a lo mejor lo veo y lo abrazo, a lo mejor lo veo y me quedo para siempre con él.

 

 

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