Ir al contenido principal
Caigo rendido en mi gastado sillón,
inmerso en la obscuridad,
no deseo luz alborotando mis ojos.
Solo quiero imaginar en la hermosa obscuridad.
Imaginar, y gozar de ella.
Y es ahí cuando mi risa estalla,
un demente en la negrura de su habitación,
recostado, con solo un papel y un añoso lápiz.

Rio, rio y lloro, esta obscuridad, es la misma que veo
día a día, aun con la mas enceguecedora luz del sol,
con la mas amarilla de las luces de noche.

Imagino, aun, sueño un momento, mis ojos permanecen abiertos,
no es neceser para mi cerrarlos, dormir.
Me he acostumbrado a esto de soñar despierto, aun mientras camino,
mientras la masa de animales se dirige hacia mí, me habla, me ataca, me incita a la violencia.
Aun así, viajo, no estoy aquí, no entre ellos, no.

Ahora solo, siendo solo yo, mi verdadero yo, sin alter egos que invadan mi ser.
En la apacible y sosegada obscuridad, apenas pueden escucharse ruidos nocturnos,
hasta ellos se agotan,  todo se detiene.
Es mi momento. El momento de pensar, de pensarte.
Comienza a llover, y más recuerdo.
Sin embargo, así como la lluvia no me pertenece, tu tampoco.
Si estuviera junto a ti seria real, te haría sonreír, no te diría adiós.

Se ha detenido esa dulce llovizna, me abraza ese aroma inconfundible del después.
El después, el que nunca se espera, pero siempre asecha.
Se ha ido el refrescante agua, se ha ido, es ahora parte de algún rio, se ha ido.
Pertenece a otra parte, y no aquí, ya no moja mi rostro, mis manos, mis cuerpo.

No puedo hallar nada para llenar este papel, porque te has ido.
No puedo hallar nada excepto carne en mi.
No puedo hallar nada dulce como aquello.
Entrego el cuerpo al calor de una vela, que el dolor del fuego me llene de palabras.
Puedo sentirlo, mas no puedo hallar el comienzo, y he arrasado con mi obscuridad.

Veo mi nombre en una piedra, y un papel escondido tras ella,
no puedo leerlo, no puedo alcanzarlo,
el después me ha encontrado, durmiendo sin sueños, solo con tu imagen.
Congelada.
Devorado por el tiempo, y una horrible sequia en esta alma, no más lluvias de verano,
no más, mis ojos me abandonan, se han cansado de esperar,
mis manos también, mi rostro se oculta.
Como te deseo lluvia, que mojes todo mi cuerpo, solo una vez más,
todo se irá por un negro agujero,
he dejado ese trozo de papel, y algo en el .
Quizá lo encuentres, será triste, lo sé.
Ya no podre empaparme de ti, pues ya no estaré aquí,
no podre beber de ti pues ya no tendré sed,
no podre incendiar esta noche, pues mi fuego se ha ido contigo.
A ese rio, a ese mar.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Recuerdo fugaz de aquellas llamas que alguna vez me rescataron de un asolador invierno, cuando ya solo creía que la desolación y un frio vivir era todo lo que existía. Llamas que se han extinguido, olvide su lento proceso, el que yo había iniciado, mi mente vagaba por otros mundos, y mi cuerpo, casi sin vida, allí, entre brazos que iban escapándose sigilosamente. Encerrado, mis ojos no desean abrirse hoy, descansan en la obscuridad, tus brazos han escapado, el castigo es claro y el frio se cierne sobre mi otra vez. Una prisión, construida por mi egoísmo, una realidad que me aprisiona, un mundo en mi mente que me libera, abro un instante mis ojos, no ven nada más que espacios en blanco, que dañan, que muestran la irrefutable verdad, escucho a lo lejos una palabra, un puñal. Habitaciones vacías, sueños que se desvanecen en un interminable blanco, mientras me encuentro solo aquí, ya no hay fuego, me ahogo en un f
  Como ha de ser posible que la cumbre del dolor no sea física, la carne se desvanece en el abre y cierra de una estrella moribunda.   Si recorres este tramo final junto a mí, podría decirte, pequeña noche, que te extraño, pero no he sido tocado por ese tipo de sentimiento o sensación, lo que siento es dolor, en otra dimensión de este cuerpo, de esta cabeza que dirige.   Atrás quedaron los días en que mi cuerpo vencía furiosos ríos, caídas en rocosas montañas, atrás quedaron, porque me los has robado, solo me queda la ceniza de algo, y la nada, soy tan ignorante que no me queda nada.   Te rodeo para ver lo pálido de tus ojos sin vida, descubro, que tienes dos espaldas para darme, el sabor amargo no se va, todo es normal, normal, estos Domingos de caída infinita, vacíos que jamás serán llenados.   Escapar no es una opción, dormir, quizá, solo si marcas una cruz en mi frente, solo si incendias el lecho, solo si el viento sopla,

Reloj

La velocidad del tiempo, ese tiempo, la velocidad de su “no” vida, su “no” muerte, su fugaz paso, tantos rostros, tantas manos, las palabras se amontonan, las hojas, en brillante blanco se visten, los ojos enrojecen, la debilidad lo asquea, lo precario de los cuerpos, lo aflige.   Sabe que esto, es la mejor y más cruel broma de todos los tiempos, desafiando a quien reirá al final, desencajada carcajada, mientras mira al cielo.   Ya no ríe, solo se mueve, no fue niño, pues no hay pasado, no fue viejo, pues destrozo su futuro. Y hoy está aquí, como la lluvia, va, viene, amado, odiado, ignorado, el tiempo lo borrara por completo él lo sabía, y, aún así, ríe. http://poesiasoscuras.blogspot.com/ E.I.