Sueños apocalípticos,
despertar,
latidos desbocados,
corazón aterrorizado,
respiración desesperada,
sudor.

Un último recuerdo,
de aquel maldito reflejo de vida,
cenizas, en otrora verdes laderas,
coloridos paisajes,
mutando en una gran nada,
alzándose en cenizas,
y en ellas se dibujaba tu hermosa cara.

Una lagrima
por volver a ver aquel, tu rostro,
una lagrima,
por haberme ocultado,
cargo mi lapida sobre mi espalda,
y entre todo esto,
busco por ti,
para que en ella escribas
que aún me amas.

Allí es donde despierto,
allí es donde perezco,
te veo en turbia lejanía,
y luego muero.
Y en esta vida de cristal,
siempre estoy tan cerca de tocarte,
siempre tan cerca de dormir.

Este despertar,
aborrezco este día,
y todo lo que consigo trae,
cansado esta mi cuerpo,
cansado mi mirar,
el hastío de respirar,
el dolor incesante en mi pecho,
falsas voces que aun repican en mi cabeza.

Lo costoso de arrastrar esta piedra,
las garras de la cobardía sobre mis hombros,
busco la embriaguez del sueño
para olvidar, y renacer.
Mas cuando el sueño se hace dueño de lo real,
el mismo peso me agobia en él.

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