Leyendas



Cueva habitada por la más profunda obscuridad,
leyendas que golpean las caras
de los fascinados y horrorizados oyentes,
añoso rostro relator de aquellas leyendas.

Revolcándose por dentro a carcajadas,
sabiendo que lo que lleva a otros oídos,
no es del todo verdad,
sus facciones al relatar, no se inmutan,
incluso cambian a facciones que dan temor,
y otras, repulsión.

Inmerso en sus propias historias,
inyectándose el interés de los demás,
mediante medias mentiras, medias verdades.
Su alimento es el temor de los demás,
y el recuerdo de aquellas partes las cuales han sucedido.

Caminando por su vieja calle,
su memoria falla,
pero sus pies parecen moverse por sí solos,
vieja calle,
vieja y conocida.
Callejón obscuro,
giro,
y hogar.

Adentrándose en su cueva,
allí,
los esperan los demonios de sus cuentos,
los fantasmas de su pasado,
la amedrentadora voz que lo arranca de su seño,
alejándose en ahogada risa,
sabiendo que su cordura llega a un fin.

Otro día,
otra noche,
otra vez esperando una nueva y vieja historia,
o la misma, la misma que nos causa tanto horror,
pero la puerta jamás abre.
La cueva se ha derrumbado, salida imposible,
el orador, aplastado por sus leyendas,
el orador, que será otro,
el orador, aquel que ha levantado la primer roca.
El que bebido sangre de su caído cuerpo.

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