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Pesadilla (III)



Tantas noches sin soñar,

sin pesadillas, el infierno del descanso,
sin nada, mente en blanco,
un corte entre la realidad y este estado,
raro y hermoso estado,
un hueco en la incansable vida.

Al menos no recuerdo nada,
de ese episodio de amnesia,
en donde mis ojos dominan mi cuerpo,
dominio la mente,
músculos, movimientos muertos,
aun cuando puedo sentir al demonio onírico
sobre mi pecho,
cortando mi respiración
ahogándome.

De repente, la peor noche, se hizo presente,
horribles imágenes, los demonios apilados para llegar a tocarme,
cada uno con imágenes que me desgarran,
el terror es lo único que siento, miedo,
como un niño y la obscuridad,
miedo, tiemblo,
transpiración, el cuerpo que tiembla
la cabeza explota,
no soporta tantas malditas visiones,
demonios durmiendo en mi cama.

Mostrando lo interesante de unirse a ellos,
las oportunidades de obtenerlo todo,
más en contracara, puedes ver el arrepentimiento
la no vuelta atrás, el alma en la pira,
lagrimas secas que no puedes tocar,
la sangre va drenando,
el alma es ceniza que respiras,
que respiran, ellos, los ángeles de fuego.

Algunos, siguen el camino de los huesos y sangre,
pensando que solo es una vez,
que buscaran la forma de volver
pero los caminos se desploman detrás de sus pies.
No alcanzan los gritos, las lágrimas,
el miedo es tan grande, el corazón explota,
no quiero caer en tus garras de mentiras y fuego,
el martirio está en la vida,
busco la muerte para olvidarlo en un rincón,
que mi muerte me de paz,
no una eternidad de nuevos martirios y dolor.

Mientras viva, no importa el dolor de la carne,
sé que acabara,
pero cegaría ya mis ojos, si después de esto
existiera otra vida igual,
malditos demonios, de luz, de fuego, de excremento,
déjenme despertar.

Y así sucede, mojado, tiritando,
mi mente al borde del colapso,
una pesadilla horrible,
quizá después de tanto tiempo de no recordar mis sueños,
he aquí su venganza,
una pesadilla, demasiado larga, demasiado visceral,
despierto,
con miedo, no puedo hablar,
mucho menos ponerme de pie,
aun pienso si fue real,
pues recuerdo cada instante, cada latigazo,
hasta siento mi espalda arder.

Mi día no es normal,
soy un perro apaleado,
el mínimo ruido,
hace de mí un cobarde debajo de una piedra,
el cielo es extraño, este viento golpea, no acaricia,
es temprano, pero la noche está demasiado cerca,
aun no hablo, no sé cómo hacerlo,
cuando mis palabras por fin buscan la salida
no soy yo, me escucho como si hubiera salido de mi cuerpo,
soy un extraño en mi propia carne,
cuál es mi identidad?
Aún estoy horrorizado,
temeroso, por mi alma,
por mi cordura.

Aun no hablo, espero olvidar,
el agua no sacia,
ya no quiero dormir,
busco en el bolsillo algo que me haga olvidar,
y nada encuentro.
Todo lo que toco, veo,
no lo siento, no lo reconozco.

He peleado en contra de inmundos ángeles caídos,
he liberado mi sueño de ellos,
pero de alguna manera,
han manchado mis días venideros.

De esto ha pasado ya,
algún tiempo,
nunca le di mis pensamientos a nadie,
no quiero escucharme en voz alta,
pues caería de nuevo.
Solo me siento frente a estas ansiosas hojas de blanco papel,
deseosas de conocerlo todo,
deseosas de devorar pensamientos,
sobre estas famélicas hojas en blanco,
vuelco mis recuerdos, mis demonios, algunos ángeles.

Porque ha pasado tanto tiempo?
Simple,
solo he de ser un tonto mortal,
y mis miedos, son mayores a mis fortalezas,
no temo al dolor corporal como he declarado,
temo al dolor del alma,
en manos de los maleantes del infierno.

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