La búsqueda de
algo más fuerte,
algo más
destructivo,
que ese
sentimiento que denominan, amor.
En mi afán de
destruirlo,
el odio no me es
útil pues se hace carne
y no me abandona,
abre más
puertas al pasado
dejando que más
recuerdos atormenten los sueños,
fuertes
sentimientos,
tan
diferentes, tan iguales,
estoy pidiendo
por ti, hermoso olvido,
y tú, eres
ajeno a mi llamado.
En embriagada
mente,
brilla una última
idea,
la correcta,
he de dejar de
buscar un sentimiento,
he de destruir
el pasado,
esa horca en
la que hoy me encuentro,
el pasado
ahoga, agobia,
es la rugosa
soga en mi cuello,
un futuro que
se muestra obscuro,
el futuro es,
el que me ata de manos.
Sin pasado,
sin futuro,
despreciable
presente,
la sangre es
agua para ti,
el pesar de mi
cuerpo, tu alimento
agradezco por
el sueño,
el compañero más
fiel.
Durante días,
me oculto de tu sol,
en la noche, sus
mantos son mis escondrijos,
es su luna,
la que eleva
mis pensamientos,
dejo que me embriagues
y me lleves,
luego el
sueño,
el que calma.
La perfecta
solución,
en otra
consciencia,
se hace eco en
mi cabeza
la risa del
siniestro actor,
a un chasquido
de sus dedos,
ya no habrá
texto que describa el final.
Dejare las
palabras,
dibujadas en
sangre, mi sangre,
agrégalas a mi
despedida,
termina mi
carta.
El lunático me
lleva, y solo ríe y ríe,
el sonido de
sus huesos,
es el único sonido
que molesta la noche,
el pago por el
olvido, es mi espacio,
he dejado algo
sin terminar,
busca en mi
sangre las palabras,
que escribirán
el final de esta carta,
de mis sueños
no realizados,
de mi viaje,
de mi adiós.
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