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Encuentro

Las entrañas del tiempo,
la obscuridad de su interior,
de su exterior,
una sombra
absorbiéndolo todo,
marchitándolo todo.

Rózame con tus ramas espinosas
y secas,
consume lo que tenga este cuerpo,
consúmelo todo,
dame el privilegio
de irme antes.

Ya levantar la mirada
es un peso que supera
cualquier proeza,
levantar la mirada…
y el vacío,
no más.

Levantar la mirada y ver el infinito
desolador
arrasado,
¿el futuro es lo que veo?
¿fuego y animales en llamas?
¿almas en piras eternas?

Tristeza, pena,
no sé,
el sentimiento no se parece a nada,
solo ese sabor a nada,
el feroz ataque del desgano
hacia todo lo que ofreces,
lo que te llevas.

Tu cuerpo se dibuja,
una fina línea,
tus cabellos pegados en tu frente,
puedo verlos,
tus ojos vacíos,
me quiebran hasta los huesos.

En qué momento tomaste el desvío,
en qué momento mi mano se cansó de mi cuerpo,
veo las nubes y no tienen formas para mí,
la pesadez del estar,
la libertad que me llega
cuando pienso en dormir,
te veo con el sol,
mucho más,
te veo con la noche,
te abrazo y me deshago en los sueños.

Luego, luego,
me golpeas,
con tus filosos huesos,
abres mis ojos,
y nada veo,
nada abrazo,
roes mi alma,
arrancas el corazón,
colocas un roca en su lugar,
más no puedes tocar mi mente,
la he ocultado,
algo vive allí.

Enciérrame ahora,
ya no bebo,
pues mi sed no se agota,
los sabores, los colores,
todos son lo mismo.
Lo único entre grises y negros,
son tus ojos,
que me penetran y se llevan todo,
tus ojos,
me desnudo en ellos,
tanto tiempo ignorado,
tanto tiempo cortado por tus dagas,
no sigas,
dame final,
hunde tu daga y ya no más cortes,
húndela, atraviesa esta roca,
y deja que la sombra me oculte.

E.I.

http://poesiasoscuras.blogspot.com.ar/

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  Como ha de ser posible que la cumbre del dolor no sea física, la carne se desvanece en el abre y cierra de una estrella moribunda.   Si recorres este tramo final junto a mí, podría decirte, pequeña noche, que te extraño, pero no he sido tocado por ese tipo de sentimiento o sensación, lo que siento es dolor, en otra dimensión de este cuerpo, de esta cabeza que dirige.   Atrás quedaron los días en que mi cuerpo vencía furiosos ríos, caídas en rocosas montañas, atrás quedaron, porque me los has robado, solo me queda la ceniza de algo, y la nada, soy tan ignorante que no me queda nada.   Te rodeo para ver lo pálido de tus ojos sin vida, descubro, que tienes dos espaldas para darme, el sabor amargo no se va, todo es normal, normal, estos Domingos de caída infinita, vacíos que jamás serán llenados.   Escapar no es una opción, dormir, quizá, solo si marcas una cruz en mi frente, solo si incendias el lecho, solo si el viento sopla,

Reloj

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