No recuerdo el día,
demasiado cansancio,
agobiado, exhausto,
tanta fuerza para amanecer.

El día me recuerda,
de seguro lo ha hecho,
me ha delatado.
No he podido luchar.

Las memorias se remontan,
a otros tiempos,
lejos de aquel momento.
No valen la pena.
Dejo que vuelen fuera de aquí.

Ciego, sordo, sonidos alterados,
sin movimientos voluntarios,
no recuerdo el día.
Todo sabe de mí.

No es otra, sino ella,
quien me arropa cada noche,
cuida de su cordero,
lo mantiene para su destino final.

He perdido esa parte de la vida,
pero cada día me recuerda la verdad,
lo he visto en otros,
y siempre aguarda en un oscuro rincón.

Ciegos, sordos, mudos, sin movimientos,
nacemos, y así nos espera.
Ciegos, sordos, mudos, sin movimientos,
esperamos su llegada, y nos lleva en sus brazos,
como aquella primera vez.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Tus patas otra vez