Bajo recuerdos de noches traicioneras,
bajo la represalia de los espíritus que la habitan,
gritos de dolor que no estallan en el aire,
lagrimas que no escapan,
el látigo de la verdad despedazando frágil carne.

La obscuridad que los mantenía a resguardo,
la noche que los acunaba,
la misma que los traiciona,
la misma que hoy los devora,
engaño que en tu cuerpo es dolor,
ya no importa dejarse caer.

Que las aves que la habitan
se alimenten de llorosos ojos,
de un corazón que ya está destrozado,
que esos seres sin figura
jueguen con un alma desgarrada.

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