Escribir sin pensar en el tiempo,
no reconocer las reglas impuestas por el cruel verdugo,
olvidar nacimientos, maduración, envejecimiento
y una inevitable muerte.
Olvidar,
lo material, los sentimientos,
dejar lejos todo lo que nos ata.
Todo.

Que el tiempo no tenga importancia,
que no exista relación entre una línea y la siguiente,
que se confunda el espacio,
confundir el tiempo.

El protagonista, transmuta en antagonista,
el inicio, el nudo, el final,
se mezclan, se tornan borrosos,
sin embargo, los finales existen,
no se vuelve hacia atrás.

Déjame que maneje tu figura,
que te dibuje con palabras,
que tu boca diga lo que escribo,
hoy tus movimientos son dueños del titiritero.

Que convierta tu ayer, en hoy,
que tu futuro sea aún más incierto,
poder borrar el pasado,
un presente sin memoria es lo que necesitamos.

Sin saber hacia dónde vamos,
aunque, adormecida, la maldita conciencia lo sabe,
incinero mi pasado en un instante,
no conozco ya el milagro del nacimiento,
no necesito espejos para reconocerme,
necesito romper esas cadenas,
esas que me esclavizan al tiempo.

Déjame desvariar en mis palabras,
quiero saborear un momento la locura,
me buscas,
en tus calles me aprisionas,
esas calles en donde sabes que reinas.

Dejar soñar,
la confusión de un sueño te ha de debilitar,
no sentirte, ocultarme a tu verdad,
no quiero que me despiertes para tus lecciones,
no quiero que dibujes mi destino,
ni el de nadie más.

No escribas tú, el final de mi libro,
mis ojos aun lloran negra tinta,
ellos lo hacen,
niego tu acercamiento,
no susurres a mi oído,
calla!!

No me ordenes,
deja que vuele,
en esta, mi vieja habitación,
deja que mi personaje de vida y movimiento
a eso que fue,
deja que escriba en esa boca
las palabras que deseo oír antes de volar,
que dibuje su cuerpo, y sus brazos alrededor de mi cuerpo.
Deja que pinte con su figura,
esta, mi vieja habitación.

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