El sabor,
ha desaparecido,
el tenue calor del sol
en mañanas de invierno,
ese sol, se ha apagado.
Aquellos ojos que brillaban,
en colores negros se han ahogado.
Reflejan solo muerte,
solo desolación,
no hay paz,
solo conflicto.
El incesante dolor de tu garganta,
el apabullador sonido de tus llantos,
tus entrañas se escapan por tu boca,
de rodillas, sangrando,
carne pegada a la tierra que sostiene,
es como si tus huesos fueran raíces en ella,
aullidos, gritos, lamentos,
y la piedad,
ella ha muerto.
Abrazando una roca,
cerrando tus ojos,
vuelves a tu ingenua niñez,
y piensas que nadie te vera,
el error, es imperdonable,
mortal.
Tú sabes, cuando vendrá,
el tiempo, quieres engañarlo,
lo ocultas,
pero sabes, lo sabes,
tus manos están marcadas,
y tu lista de pecados está llena.
Es hora de vaciarla,
hora de quemar tus manos.
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