Que nadie,
de ti hable
si es que no
ha vestido tu piel.
El lunático
aquel que lloraba
cada vez que
soñaba,
lo hacía,
por ser
consciente en su sueño,
de ser el
mismo, un sueño.
Entre las
voces que reprochan,
te mueves,
entre imágenes
de lo que no existe,
te
revuelcas.
En vigila o
embriagado de sueño,
siempre soñando
has de vivir,
allí están todos
tus cuadros,
allí tu
reflejo te abraza.
Cuentas
hacia atrás,
ves todo
desde el aire,
te sientes
como un dios,
y caes
cuando nada puedes deshacer,
un dios, sin
poder alguno.
La caída siempre
tus ojos
abre,
y nada más
que extraños colores ves.
Deseas ver blanca
tez,
suave piel.
Ojos
cerrados otra vez.
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