Tan lejos
de un océano,
no
importa,
siento el
ahogo
el castigo
de las olas
los
restos de los cuerpos en su resaca.
Restos,
que
forman mi cuerpo.
El
océano,
se lleva
mi admiración,
tan
bello,
tan
desinteresadamente
devora
cuerpos agotados,
gastados.
Recuerdo
cuando rodaban lagrimas en tu rostro,
es ya tan
engañosa mi memoria,
una
postal del pasado
que aun,
no lo es tanto,
días?,
apenas meses?
he
perdido toda razón,
estoy en
guerra con el tiempo,
con mis
recuerdos.
Vagamente,
pedias
por un día mas,
dolorosamente
sabias
que el cielo,
o el
torturante infierno,
estaban
en el camino.
Cuánto
dura un suspiro?
Eso es lo
que me recordaras.
Un día,
es demasiado.
Latigazos
de tiempo
en mi espalda,
gritos
que no son de dolor,
gritos
por aquello que se fue.
Maldita
cabeza
que sabe,
que te has alejado
que un espacio
vacio
es todo
lo que dejas.
Riendo
mientras me escapo de la realidad,
retorciéndome
en dolor cuando me encuentra,
aquí,
solo, esperando por mi ola,
la que me
azote y me lleve en pedazos,
gritos
que no escuchas,
caricias,
que ignoras,
miradas
que no se detienen en ti.
Solo
tiemblo,
la
desesperación me acaricia,
quebrado
y sin recuerdos,
espero la
noche,
allí es,
cuando
las olas,
cargan
con gigante crudeza,
perdida
la mirada en la obscuridad,
el
rugido, el ultimo sonido.
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