Cielos color ceniza

sobre tu pasado,
sol, aun calentando
fríos y despojados cuerpos,
en viejas, pero aun verdes praderas.
El invierno llega,
golpe certero,
llevándose todo tu calor,
encontrándote desnudo
por estar paseando en tu pasado.

Un mirada devuelta,
un reacción no deseada,
dura bofetada,
otros golpes
aún más duros durante la caída,
rebotas contra la tierra,
sacude tu cabeza,
tiembla tu cuerpo
el dolor es tanto ya
que el desmayo es inminente.

Apaleado,
hinchado,
mientras el calor vuelve
gracias a pequeños hilos de tu sangre
recorriendo tu cuerpo.

Nieva,
y el blanco es el único paisaje
que llena tus ojos
blanco que ahoga los colores
que ahoga pensamientos,
que te devuelve aquí,
arrancándote del pasado,
a tu sangriento presente.

Incorporarse
parece tarea imposible,
el peso de la realidad sobre tus hombros,
el dolor poco importa,
temes por tu alma,
tu corazón ya se ha ido,
los vientos helados
murmuran promesas.

Debes renegar de tu cuerpo,
cegar tu mirada,
callar tu estúpido llanto,
borrar todas tus palabras,
y dejar que el inmenso blanco
cubra tu cuerpo,
congele tus heridas,
y te acune en su seno.

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