Caminar,
ojos viven en inalcanzable horizonte,
sin recuerdos, sin imagenes de lo que sucede o sucederá,
detrás, a su derecha o izquierda.
Solo horizonte, su casa.
No hay un arriba, un abajo.

El cielo, se dice,
esta muy cerca de aquí.
Mienten, que lejano, que intocable.
La percepción del mismo
debe ser generada por la creación terrena.

Ni siquiera un ave puede acercarse,
volar cada vez mas alto,
solo llegara a su deceso, y la maldición de tocar este sucio suelo,
el privilegio de la respiración sera desgarrado de su ser.

Como haría la carne,
carente de alas, carente de inocencia,
carente de cualquier indicio de llegar a el.
Sin alas, sin virtudes, inocencia asesinada,
fe, en continuo cuestionamiento.

Ojos, viviendo en el horizontes pasados.
Fuego en el camino.
Colores, grises nubes.
Quizá la lluvia endulce este fuego.

Obscurece en tu infierno personal,
descubre la grieta
por donde el rayo de luz filtra su limpia claridad,
busca el agua que sacie tu sed,
la venda que cubra tu herida,
cuando la sangre, el dolor, las lágrimas,
todo, se detenga.
Quizás creas haber tocado algo que creas tu cielo.

Sera suficiente.
Sera un instante de paz.
Oasis.
Y luego....
la eterna repetición.

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